Porque en un desafío como el del toreo, "no hay espacio para la vacuidad", y el diálogo entre el diestro y el toro tiene un cariz espiritual en el que se entrecruzan la vida y la muerte, y también asoman otros conceptos de inusual trascendencia. "En esta fiesta que nos espera esta tarde --dijo-- celebraremos también, con nuestro propio rito, el hecho de que la finitud, que marca el destino de todo ser vivo, cuando se trata de los hombres no lo dice todo; celebraremos la emergencia de luz tras un momento de sombra; celebraremos que en suma que la lápida no clausura definitivamente el sepulcro, cuando el que allí reposa es un ser de palabra", concluye, ayudándose de una cita de “En busca del tiempo perdido”, de Marcel Proust: "Pues todo ha de retornar, como está escrito en las bóvedas de San Marco y como lo proclaman, bebiendo en las urnas de mármol y de jaspe de los capiteles bizantinos, los pájaros que significan a la vez la muerte y la resurrección".
El filósofo Víctor Gómez Pin en el pregón taurino de Sevilla de este año.