El animalismo es una forma ideológica de la modernidad. Como ideología, su órgano de difusión no es la propagación del discurso, sino la propaganda, cuyo poder conocemos desde el nazismo. Las pequeñas narraciones de contenido ideológico realmente enmascaran una propaganda, y no una enunciación intelectual. La ventaja resulta en apelar al sentimentalismo, al símbolo y a la creencia, no a la razón.
La propaganda animalista se ha vuelto viral con la ayuda de las redes sociales, un caldo de cultivo ideal además del telón de fondo: a la muerte de Dios, le siguió la muerte del Hombre, reflejada en la Shoa, las guerras mundiales, la aniquilación a escala industrial, la bomba atómica. Muerto el Hombre, miramos hacia el Animal. Autores como el Nóbel Coetzee intentan explicar la ideología animalista elaborando una comparación de la muerte del animal con la muerte del hombre moderno: si los grises barracones de los campos de concentración donde hacinaban judíos resultaron repugnantes para todos nosotros, al violar la humanidad y llevar a un límite desconocido el concepto del mal, lo mismo debe suceder con las granjas industriales, dicen, donde los animales viven como judíos en Treblinka. Así, la leche que en la poesía de Paul Celan se llenaba de cenizas que salían de los hornos, cenizas humanas, además es nuestra leche vacuna, que también ha de estar contaminada por el sufrimiento animal. Lógica débil, comparativa, fácil en la contumacia. La homologación de planos no es una lógica aceptada en ningún lado, salvo en el animalismo.
Como de leche y montajes hablamos, bien sería nombrar este montaje que se ha vuelto viral en las últimas semanas: unas vacas lecheras alemanas son "liberadas" de su confinamiento, salen por primera vez a la luz y el espacio, y expresan su alegría tanteando primero el territorio con una curiosidad conmovedora, y luego, pegando saltos, que presumimos de alegría, hasta dirigirse de forma natural hacia un prado fresco. Allí los humanos las observan con una alegría no carente de vergüenza, y las vacas saltan, topan sus cabezas, corren como en vaquería; se suceden luego los testimonios de la familia propietaria. El video se titula Die Küe sind los! (Las vacas están fuera!) y para CNN mereció la siguiente consideración:
"La reacción de los animales al ser liberados demuestra la alegría que significó para ellos conocer un lugar nuevo, el sentirse libres y el no estar encerrados. La mayoría de las vacas que son destinadas a labores de lechería no conoce el exterior y pasan gran parte del día en una sola posición, por lo que cuando se vieron en libertad, comenzaron a dar saltos y a correr en todas direcciones, explorando un mundo que se les había negado por años."
Es evidente el contenido ideológico y de propaganda con que cuenta el video, su ánimo de ser una disposición así lo evidencia: ¿no nos preguntamos por qué precisamente ha de grabarse la salida de unas vacas hacia un prado, y disponer tomas de los humanos felices viendo la alegría de las vacas? ¿Por qué es un hecho de suma relevancia la grabación de un traslado de vacas, si no es precisamente porque el realizador quiere que veamos y sintamos lo que él dispone? ¿Llamaron los propietarios a un equipo de grabación para decir, "vamos a sacar las vacas del establo al prado, entonces queremos cámaras, entrevistas y expertos aquí, pues no sabemos qué va a pasar" ?Así, lejos de ser un hecho eventualmente captado, tenemos la citada disposición: primero, una animalista habla contando la dura vida de unas vacas que nunca han visto la luz del sol, inmóviles ante la máquina que las conecta y les extrae la leche resultante de sus abortos inducidos. La animalista está a punto de echarse a llorar, imaginando la oscuridad y la quietud de una vida instrumental, aunque atrás está una frisona, berrenda en castaño (diremos taurinamente) en un brete, a la luz del sol, y luego la misma vaca saldrá en el video:
Aunque sale en varios planos, para permitir una sencilla identificación de la vaca, puse fotos donde salen sus cuartos traseros con su inconfundible marca. Entonces, o bien es falso que estaban encerradas, pues en la primera foto la animalista sale con el cielo atrás, o bien es falso que hayan recobrado la libertad, estando la vaca punto de retornar al confinamiento. Pero en cualquier caso, algo es falso.
La disposición sigue: se pretende hacernos creer que las vacas denotan extrañeza ante un mundo nuevo a penas salen del establo, pero en realidad, lo que sucede es que las vacas desembocan de la puerta hacia una cuesta; evitan resbalar, pues los cacos de los bóvidos son lisos, y por ello andan con cautela, que nosotros interpretamos como curiosidad, o sorpresa ante un mundo extraño. Van directamente al prado lo que, cualquier criador de reses sabe, indica que ya conocían el camino. Ya en el prado corren en manada, pegan saltos de alegría, e incluso dos berrendas en negro se enfrascan en una pelea. Los humanos las miran como si las vacas descubrieran que pueden moverse, y que los pastos están frescos. Sus saltos, que en realidad sirven para desentumecer los músculos, son interpretados como alegría. Las frisonas no lucen ubres lactantes, al parecer no estaban realmente encerradas y muchas lucen en la cara una edad superior a la permitida por la Unión Europea para ser madres lactantes, y sin embargo, debemos creer según la disposición, que asistimos a la narración de la libertad de unas vacas lecheras, y al arrepentimiento de sus amos. Tampoco hemos preguntado cómo es que unas vacas supuestamente estabuladas, pueden comer pasto normal sin sufrir disentería, ni el porqué de quitar el sonido ambiente cuando corren en manada, y regularmente debemos oír el cencerro de un vaquero que las pone a correr así, ya que los bovinos solo tienen esta locomoción cuando huyen o atacan (estampida o embestida), y sin embargo se nos muestra su huida como otra forma de felicidad ante el campo. Las vacas frisonas, al igual que la mayoría de bovinos, deben recluirse durante el invierno para protegerlas de la nieve o el frío extremo, lo que quizá explique el entumecimiento. Otra insensatez resulta de hacernos creer que un pequeño productor de leche, que apenas tiene 16 vacas, es capaz de estabularlas pese a tener evidentemente una cantidad de prados cubiertos de pastos de engorde, como si tal pequeño productor tuviera el volumen de la industria lechera, que estabula a miles de vacas para producir millones de litros al día.
¿Qué quiere decir todo esto en el fondo? Que se dispuso la teatral salida de unas vacas dentro de un discurso sentimental. Más allá de pecar de obvio el resultado (que los animales pueden sentir alegría en una forma primitiva, y una noción de libertad), lo que pretende el video, es insistir sobre la existencia de la ideología animalista. Hacerla dar vueltas una y otra vez en todos los medios, para dar la sensación de ser mayoritaria, pese a que el animalismo y el veganismo son una minoría absoluta. Es evidente que el hacinamiento industrial de animales sí es un problema, que debe ser encarado con reformas bienestaristas que algunos animalistas radicales atacan; lo que no es lícito, es a su vez jugar con la opinión pública, tratándola de tarada con la elaboración de esta clase de montajes. Como muestra la imagen de arriba, las vacas nunca salieron del confinamiento, o volverán a él.