En la foto: un comando antitaurino pretende liberar unos novillos en Rion-des-Landes, Francia. ¿Y con los novillos afuera, rodando por la población, qué se supone que harían? ¿Es tan difícil de entender que el toro de lidia no es como Fadjen, y que de ser liberado sin los cuidados necesarios, puede matar personas, incluso antitaurinos? En esto se intuye la sevicia del comando antitaurino; pese a que Bardot ha dicho que la policía fue brutal al despejar la protesta, debemos entender que lo brutal es la pretensión de sabotear un ritual, e incluso poner en riesgo a la población civil liberando un grupo de novillos que en la Francia torista rondaban los 500 kilos. La supuesta violación moral en contra del animal que cumple la tauromaquia, al parecer autoriza la violencia unilateral antitaurina. ¿Pero por qué?
En Francia, las corridas de toros gozan del estatus de Patrimonio Cultural Inmaterial del estado francés, declaración antecedida por un amplio estudio de ciencia social a cargo de un grupo de antropólogos, la mayoría con cursos de doctorado en antropología cultural, según reglas de la UNESCO. Entonces, lo que aquí está en juego no es determinar si la tauromaquia es una Cultura, pues en efecto lo es desde cualquier punto de vista; lo que está en juego es la relación del foráneo a la cultura, en este caso el animalista, y su legitimidad para agredirla. Es necesario advertir que el toreo no viola ningún derecho humano, cosa que lo aparta de cualquier otro caso donde la cultura debe ser intervenida para evitar desmanes éticos (por ejemplo, buenamente en la evitación de la ablación en algunas culturas africanas; malamente en la evitación del sacrificio musulman del ganado, según sus propias prescripciones religiosas); se puede estar en contra, pero ¿es legítimo un saboteo abusivo, que incluso es planeado para poner en riesgo a los pobladores, a los asistentes, e incluso a los mismos antitaurinos?
En los hechos, sucedidos ayer, también un comando ingresó a la plaza (pagando entrada), irrumpió en el ruedo y se emplazó allí. Desplegaron bengalas de humo color rojo para simbolizar la sangre del toro, que tapaba la visual del ruedo con aquella humareda; ¿en la corrida es así?, ¿la sangre llena todo y tapa la vista de lo "otro"? Si los animalistas piensan que es así, en realidad quienes tienen un grave problema con la sangre son ellos. El taurino no ve sangre, ni la sangre llena todo, pese a su presencia. El taurino ve otra cosa. En cualquier caso, aquel anciano de barba tolstoiana, con zapatillas Converse y puesto en primera plana, resulta tan irrisorio como la pancarta desplegada atrás. Los aficionados observan con calma, sin agredir. Luego llega la policía a despejar el sabotaje en una plaza pequeña y remota -en un festejo menor, una novillada-; todo guarda una fuerza metafórica importante:
ADENDA: los responsables al parecer están relacionados con nazis. Más información aquí.