jueves, 18 de junio de 2015

Terrorismo animalista en Céret, el machismo involucionado




El pasado 26 de mayo un comando animalista del autodenominado Frente de Liberación Animal (ALF por sus siglas en inglés) perpetró un acto terrorista en la taurina y francesa villa de Céret, al incendiar el automóvil de la esposa del alcalde de dicha población en un claro mensaje intimidatorio contra las corridas de toros. Hoy el grupo en su portal ha reivindicado el ataque.

ALF es una organización animalista considerada como terrorista por Estados Unidos e Inglaterra. El FBI ha computado, solo en este siglo, más de 10.000 ataques de terrorismo del ALF en actos que incluye el asesinato de científicos, la profanación de tumbas, el envenenamiento de leche para bebés como protesta contra el ordeñe de vacas, la persecución por escrache y, desde luego, la ampliamente popularizada práctica de quema de inmuebles, que incluye más de 8.000 ataques contra edificios destinados a la vivisección o la peletería, mataderos y demás, con el propósito doble de intimidar al extremo e inutilizar instalaciones destinadas al uso animal. En dichos actos dignos de un enfermo piromaníaco han perecido incontables guardias de seguridad y no dejan de ser un paroxismo aberrante de la intimidación ilegal contra las personas que son blanco de estos ataques.




Este hecho de agresión terrorista (en cuanto generador intimidatorio de terror) contra una mujer viene a sumarse a episodios anteriores donde el animalismo ha demostrado que no distingue de género a la hora de atacar, sino que lo elige: como en el caso de la señora mayor de 60 años a la que le abrieron la cabeza a pedradas solo por estar en una taquilla de plaza de toros, o las madre e hija que en Madrid fueron atacadas con gas pimienta por el horrendo crimen de tener una tienda que vende artículos taurinos, o por el continuo machismo de su propaganda, se intuye de inmediato que no hay pudor en el animalismo al momento de volver víctima a una mujer, deshumanizada desde el momento en el que se le reconoce como taurina. Este proceso, real barbarismo en la sociedad de hoy, ocurre mientras el animalismo ideológico compara la lucha de liberación animal con otras luchas como el feminismo, el antiesclavismo o la reivindicación en contra del racismo. Desde luego todo un dechado de lógica.

En todo caso veremos cómo esta hipócrita comparación entre el animalismo y el feminismo seguirá siendo un saludo a la bandera mientras las agresiones a mujeres taurinas siguen pasando sin pena ni gloria en la indignación pública mundial, tan dispuesta a hacer escándalo por el sacrificio de un perro, pero tan indispuesta para condenar que se intimide una feria taurina quemando el automóvil de una mujer, como si el pánico que se le fuera a causar derivase una forma de comportamiento ético.
¿Las activistas feministas de Femen van a condenar la violencia misógina del animalismo? ¿El animalismo seguirá señalándose a sí mismos como la "ética de la evolución" mientras se niega a condenar su propio terrorismo? ¿Seguirán comparándose los animalistas con las feministas y otras luchas ciertamente humanistas, mientras al mismo tiempo no tienen reparo en atacar a mujeres por su condición de taurinas?

Esa demencial voz, "We want justice for animals and we will get it", explica que los terroristas tienen confundidas de forma lamentable las más elementales nociones de Justicia y Venganza, pues creen que sus acciones, hechas a motu propio en forma ilegal, violenta, terrorista y estúpida, son una forma asimilable a los procesos judiciales y las penas punitivas de la democracia. Solo un bruto confundiría la venganza con la justicia en el siglo XXI que tan positivamente reivindican al momento de señalar el supuesto atraso de la tauromaquia. ¿Cómo es que quemar el carro de una mujer, de la que ni siquiera sabemos si es aficionada, puede derivar en la "evolución" que deje atrás las corridas? Según su propia casuística, aterrorizar a los taurinos en medio de un reclamo sobre la "ética compasiva con todo ser que pueda sufrir" hará que dejen de ir a la plaza, del mismo modo que las decapitaciones de ISIS, espectacularmente producidas y reproducidas en todos los telediarios del mundo, son una promesa de agresión más dirigida contra los espectadores que contra la víctima.

Terrorismo.

Todo en esta imagen es un ridículo contraste: la virginal inocencia de los animales amamantados; los ropajes terroristas, clandestinos, ilegales de quienes se glorifican por esa condición

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En el año 1988 Maníli abría la puerta grande de Las Ventas de Madrid en la corrida de Miura. También nacía yo. Amante de la tauromaquia, el cine, la literatura y el rock. Sigo con obstinada fe la certera evidencia de la frase de Lorca: "Creo que los Toros es la Fiesta más culta que hay en el mundo".