Lo que puede leerse desde el discurso animalista es esto: que un abolicionista que pretendía invadir el ruedo en la desangelada corrida de ayer en Acho, fue brutalmente agredido por hordas de taurinos, hasta el punto de dejarle una pierna rota. Lo contado sin embargo extiende un manto de duda sobre lo realmente ocurrido antes, durante y después de los hechos, teniendo en cuenta el modus operandi de cualquier acción antitaurina. Para empezar, es bastante sospechoso que no exista un solo video o foto de la supuesta agresión, si es de regla general que toda intervención de acción directa de los animalistas ha de ser grabada o filmada, pues para eso se hace la acción directa: para producir propaganda. La no difusión de las imágenes con fines ideológicos le resta credibilidad a lo contado. En segundo lugar, no queda muy claro cómo se produjo la lesión (si por patadas, puños, palazos), pues incluso hay varias versiones de lo ocurrido, incluyendo una que cuenta cómo se le hizo rodar por las gradas, como si de un sacrificio mesoamericano se tratara. La anterior versión resulta poco plausible, teniendo en cuenta que los tendidos estaban casi llenos, y es muy difícil que rodara por encima de las personas. Así que ni siquiera se ponen de acuerdo en contar cómo sucedió la agresión, ni tampoco se permiten difundir la información gráfica que seguramente poseen. ¿Fueron lo suficientemente salvajes esos taurinos como para dejar al pobre hombre con la pierna rota allí tirado, o manifestaron algo de humanidad llevándolo a una ambulancia? Tampoco lo cuentan. Entre otras cosas, ni siquiera se rompió la pierna, pues el dictamen médico oficial cuenta que se dislocó el fémur, cosa harto distinta.
Para entender lo sucedido debemos ir un poco más atrás, al momento en que esta mujer que posa en la foto, dona al rededor de US$ 1.200 para comprar unas costosas entradas para algunos activistas. Podemos aquí preguntar por qué se gasta tan importante cantidad de dinero en un acto alevoso y estúpido, en lugar de destinarlo a animales que pasan hambre, están enfermos o necesitan hallar un hogar, pues corren el riesgo de ser sacrificados. La respuesta empieza cuando los antitaurinos de Lima publican la anterior foto para agradecer a la mujer: el bienestar animal se pone en segundo lugar cuando lo que se pretende es encontrar propaganda, difusión y reconocimiento. La brutal acción de invadir un ruedo, resulta más espectacular desde todo punto de vista que usar miles de dólares en comida para perros hambrientos, o en rescatar 100 gatos mediante adopción legal.
La versión de los taurinos varía un poco, y por demás está apoyada en videos que ya están en poder de las autoridades, y en cadena de custodia, por lo que no han sido publicados aún: los antitaurinos, necesitando llegar al ruedo, alcanzaron la barrrera sin llamar la atención. Entonces saltaron al callejón, con la mala fortuna para el anti de la foto, de caer mal y resultar dislocado. Ya allí, sus compañeros le abandonaron pues siguieron el camino hacia el ruedo. Fueron sacados a la fuerza en ese intento, pero sin golpes. El antitaurino disculado fue atendido en la plaza por los cuerpos de socorro allí presentes, y luego trasladado a un centro médico. No es cierto lo que arriba dice la página antitaurina (lo hicieron rodar a empujones varias filas de galerías) pues estaban sentados en la fila 2.
Así que la disposición de esto es clara: victimizar a unos activistas deslumbrados con la retórica del activismo y la acción directa, lo que reforzará su estereotipo de héroes. Usar la acción directa con fines ideológicos y aprovechar lo sucedido desde la distorsión y poca precisión sobre la realidad de los hechos. El bienestar animal queda una vez más relegado. Lo cierto es que ya no solo comercian con el patetismo de la muerte del toro, pues ahora lo hacen con la falsa pierna rota de un antitaurino de Lima.