lunes, 18 de noviembre de 2013

Nuevo acto de terrorismo antitaurino en Rion-des-Landes



El diario francés Sudoest informa sobre un acto criminal de incendio contra la pequeña plaza de Rion-des-Landes. Debe entenderse que la intentona de quemar vivo a André Viard junto con toda su familia hace algunos años, no había de concluir para los antitaurinos de Francia con este deleznable acto de terrorismo.

La cruzada que ALF ha lanzado contra los espacios más pequeños y vulnerables de la tauromaquia, ayer cobró un nuevo episodio con el intento de quema de la plaza de Rion-des-Landes, una localidad que también en meses pasados había sufrido una oleada violenta de la antitauromaquia, acción que incluyó ataques con gases de fumigación y bengalas a los tendidos repletos de niños, mujeres y ancianos, la invasión del ruedo y el intento de suelta de unos novillos contra la población.

Por fortuna, la madera mojada por los días pasados de lluvia, y la oportuna acción de los bomberos provenientes de Dax, hizo que la situación no derivara a mayores.

Como en Lima hace menos de un mes, la quema de la plaza es un acto unilateral de terrorismo que dirige su objetivo a callar definitiva y autoritariamente lo que no puede ni quiere entenderse, expresión, esa sí, más pura del barbarismo. ALF, se ha dicho, glorifica la violencia que comete aduciendo que es necesaria en una cruzada de purificación del mundo contra el maltrato animal. ¿Acaso no es el mismo discurso de la Inquisición medieval? Además de su incipiente antitauromaquia, el animalismo se toca aquí con la Inquisición, cuando la justificación de sus impulsos violentos está amparada en un falso discurso moral.

                                            

Animal Liberation Front, una organización considerada como terrorista por el FBI ha perpetuado más de 7.000 episodios que incluyen quema de instalaciones, solo en el territorio americano. El dato revela una profunda psicopatía piromaníaca en este movimiento.

La inmoralidad de la destrucción es justificada con la supuesta inmoralidad contra el animal, argumento falaz no solamente por la contradicción ética, sino también porque para un fanático por los animales, cualquier cosa sería menos grave que maltratar un animal, y con ello, la puerta abierta para la violencia inhumana está más que abierta para cualquier acto. A los taurinos nos compete evaluar nuestras acciones legales y civiles de cara a la creciente escalada de violencia antitaurina en todos los países del toro. Debemos tener en cuenta que estamos ante personas que condenan la violencia pero la usan, y que no ven mal en recibir dentro de sus filas activistas a un grupo terrorista que incluso ha envenenado comida para bebés o ha lanzado gases de fumigación a un tendido repleto de personas. Con lo anterior, uno piensa que aquí no obra un ánimo de paralizar la tauromaquia destruyendo estultamente sus instalaciones, pues lo evidente es que ellos pueden atentar contra la vida humana: lo han hecho y lo seguirán haciendo. No puede ser otra la expresión de una inquisición posmoderna.


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lunes, 11 de noviembre de 2013

Una historia underground de la tauromaquia americana


Con la entrada en vigor de la temporada mayor americana nuevamente asistimos a la parodia de la Fiesta.

La concurrente lidia de novillos que se hacen pasar por toros, y el eufórico ánimo de públicos ignorantes de las más elementales reglas del toreo puro, hacen al continente presa de desprecios por parte de cierto sector del taurinismo europeo. Sin embargo, reseco ya de tantas burlas recibidas por dicho sector sobre la dignidad de la Fiesta en América, debo concordar que tales burlas son hermanas de las trampas que algunos toreros imponen a lado y lado del Atlántico. Las burlas están aupadas en su mayoría por lo que ocurre cada domingo en la Plaza México, confundida como supuesta "Primera y más importante plaza de América", con lo que el aficionado europeo supone que todo lo ocurrido en el tema taurino en América es idéntico a lo que malamente ocurre en aquel albañal. Esto desde luego tiene sus desventajas. Por ejemplo, si la opinión europea está de acuerdo en que el toro americano es indigno, chico y mojiganguero según lo que ve en la Plaza México: ¿Qué queja puede enunciarse contra la figura que hace trampa lidiando novillos en América?

La conducta correcta del buen aficionado europeo debería reducirse a aprender un universo casi subversivo, por oculto y desconocido. Underground es una palabra que debería usarse aquí para definir la tauromaquia americana alejada de los prejuicios. Lo que le compete al aficionado europeo es tomar la conducta de los conquistadores de hace medio milenio ante un universo desconocido, nuevo, rico y multitudinario en matices. De hecho la historia taurina de América no ha sido ni es necesariamente una historia del toro mediocre y el público fácil y festivo.

Esta publicación inicia con un toro de Guachicono de la camada actual. El toro será lidiado el próximo 31 de diciembre en Cali con un cartel emintemente colombiano, ante la imposibilidad de conseguir un torero español que quisiera cruzar el atlántico para torearlo. Su sola presencia viene a desmentir cualquier burla sobre la condición del toro americano, que si bien por cuestiones zootécnicas y topográficas es de un tipo más reducido que el europeo, tiene su dignidad. Que los toreros españoles impongan condiciones donde lo lidiado se presenta como un animal lamentable, es otra cosa, pero no excluye la existencia de docenas de ganaderías dignas en toda América. El toro americano no ha sido visto por la mayoría de la afición europea, y bajo ese desconocimiento también se esconde el de la afición seria americana, y el de nuestra historia.


Por ejemplo, considero que la anterior foto es al mismo tiempo el testimonio más contundente de la afición seria americana. Corresponde a un cartel de barrera puesto por los gaonistas en El Toreo de la Condesa el 19 de noviembre de 1944. Los gaonistas, aficionados que iniciaron su taurinismo siguiendo la tauromaquia de Rodolfo Gaona en la edad de oro del toreo, eran ortodoxos y rigoristas, exigentes de la casta, y el buen torear. Denostados por oponerse a la construcción de la Plaza México, pues intuyeron que era imposible garantizar la afición pura de 45.000 personas, los gaonistas mantuvieron en un espacio reducido un tipo de tauromaquia independiente (recordemos el veto a toreros españoles tras similar acción en España contra Fermín Espinosa en los años 30`s), eminentemente mexicana en sus tipos, pero que mantuvo al toro como eje de la Fiesta. De entonces datan todas esas imágenes de tercios de varas con toros romaneando.


Aunque parezca irreal, la anterior foto corresponde a un toro de Xajay en los años 30. Dicha ganadería hoy en día es un criadero casi canino para figuras del toreo españolas. ¿Qué ha cambiado desde esta época donde los toros tenían bravos tercios de varas, pero suficiente calidad en la muleta para la práctica del toreo aindiado, templado y reposado de Fermín Espinosa y Lorenzo Garza? La afición, cosa que el siguiente documental narra con maestría de género:

                  

La desaparición del los gaonistas por vejez, y también por la puntilla de una tauromaquia mexicana que empezó a prescindir del toro, dejó huérfana a una afición americana que nacía hacia las grandes ferias copiando el modelo de San Isidro. Sobre todo en Sudamérica, los toreros españoles lidiaban hasta reses de media casta,  por ejemplo cuneras llaneras en Colombia y Venezuela, o criollas puras por cruce en Ecuador, Perú y Panamá. A modo de anécdota, puede decirse que además de la incursión de Belmonte en Lima, es Alcalareño el primer torero español que lidia algo serio en Sudamérica: mató al Miura 'Papelillo' en Bogotá, en tarde donde no se consiguieron picadores; su heroísmo trascendió a toda la sociedad bogotana, logrando poner por primera vez al toreo en las primeras páginas de los dos diarios importantes de la época.

La década de los 30`s supuso el incipiente nacimiento de la cabaña brava americana, donde primó la sangre veragüeña y la santacolomeña, obviando, claro está, el asaltillamiento en México. Los públicos aún aprendían las claves y reglas del toreo moderno, y la tauromaquia empezó a regularizarse. La década siguiente estará atravesada por el estremecimiento que supuso la irrupción de Manolete y su tauromaquia, además de la respuesta mexicana, comandada por Silverio Pérez. Nuestra tauromaquia entonces era vislumbrante, abierta a los desbordante de la mass media y las plazas fijas, las ferias y las ganaderías americanas.

Los revisteros cumplen entonces una valiosa labor al informar a la afición sobre la naturaleza de un arte que arrebata pero que no puede ser explicado racionalmente por una afición que pasó de la casi anárquica capea de barrio americano al fasto de la plaza fija, las decenas de miles de personas congregadas y la quietud al torear. Es necesario recordar que salvo Lima, nuestra tauromaquia decimonónica se parecía más a una capea que a lo realizado por Frascuelo, El Guerra o Lagartijo. La afición debió madurar de un solo golpe. ¿Qué pasaría entonces con la madurez adquirida tras una década de nacimiento y aprendizaje?


Particularmente en Bogotá se da el fenómeno del nacimiento de innumerables peñas taurinas, que además de funcionar como grupos de estudio y tertulia, sirven como manifestación en la plaza y termómetro de toda una afición. Desde entonces, identificados con sus uniformes para ser visibles a la afición que creía más en sus conceptos antes que en el de los revisteros (algunos corruptos,) las peñas taurinas bogotanas signaron la identidad de una plaza donde es posible ver corridas toristas, en tipo con el encaste lidiado; corridas impregnadas, si fuera necesario decirlo, de seriedad. Una plaza americana donde puede verse torear a El Califa, El Cid, Urdiales, Juan Mora o Robleño, plaza donde además salieron reventados toreros como Aparicio, Ortega, Antoñete, El Juli o Ponce, no es una mala plaza, y habla de una identidad construida, y mantenida en contra de empresas, sindicatos y sistemas de figuras. Hoy Bogotá cuenta aún con más de 25 peñas, algunas no regularizadas o reconocidas, y que abarcan un espectro que va desde el torismo más intransigente (y bien vestido) hasta las peñas favorables a El Juli o Manzanares. Los uniformes actúan también para diferenciarse entre sí, según los matices acabados de exponer. Cabe preguntar: ¿Es la idea de plaza americana que el prejuicio y mala estrella de la Plaza México ha regado en Europa?

La situación es ilustrada por este par de faenas de El Califa ante toros en tipo Contreras de la ganadería de Mondoñedo, quizá la mejor en el tercio de varas de todo el continente. El Califa acababa de llegar de abrir en junio del 2001 la Puerta Grande en Madrid con toros de Dolores Aguirre, y no vino de vacaciones de invierno precisamente. Con una cornada de 11 centímetros y tras cinco minutos en la enfermería, salió a pegar una serie tan rara como estremecedora. Los toros pidiendo carnet. Luego, el toro de Santa Bárbara en distintos registros (bonanciblemente noble, bravo y encastado y manso encastado) para un cartel que rara vez puede verse en otras plazas americanas. Finalmente, las hechuras y trapío de los toros en las tardes de figuras hace algunos años, con el fácil y festivo público consuetudinario que arrastran las figuras a cualquier plaza.  Es definitivamente la historia de una plaza distinta con respecto al prejuicio europeo hoy en boga:

                            
               
                           

                          

La historia americana continúa entonces con la consolidación de dos plazas: Cali y Guadalajara, ambas famosas por echar el toro grande, aunque sin embargo la distancia en el talante de la afición de ambas plazas es abismal. Cali semeja a una Pamplona: desbordante de gozo, descontrolada, en ambiente de feria.  Por otro lado,  Guadalajara  entraña la seriedad más aguda de las plazas de México, con un toro en tipo y una afición que gusta de él.

          

Como se ha notado en la foto inicial, el toro de Guachicono siempre ha tenido unas astas pavorosas. Entonces, las figuras del toreo también tenían que lidiar las corridas duras en América. No se venía de vacaciones.
Tercio de varas en Guadalajara.
Si la mención de Cali y Guadalajara es un ineludible en esta historia underground de la afición en América, sería impensable dejar pasar de largo a la afición de Lima, la más antigua del continente. Una vez que se acepta que el toro americano tiene un tipo y un comportamiento distinto que el europeo, y por tanto esto determina la tauromaquia, debe pensarse que Lima tiene una particularidad especial que la hace más valorable: se sabe que la ganadería brava peruana quedó devastada tras una reforma agraria que quebró a las ganaderías históricas hace algunas décadas. Desde entonces, las pocas casas ganaderas peruanas deben hacer frente a una explosión de festejos populares en el Perú profundo(más de 600 al año, cifra récord en América), y sin embargo, las ganaderías no tienen ni un tipo ni un nivel adecuado para una plaza de primerísima importancia como Acho. La seriedad de la afición limeña se manifiesta cuando importan la totalidad de sus encierros desde Colombia, para mantener el nivel de la plaza, aún en detrimento del característico nacionalismo de todo americano. El siguiente toro, de nombre Vencedor, y proveniente de la ganadería colombiana de San Sebastián de las Palmas, fue indultado en Acho el año pasado por Alfonso de Lima, torero peruano. Imposible encontrar más americanismo taurino.


Si esto es una especie de historia, necesariamente tiene que concluir en el siglo XXI y en la labor del Tendido 10 de Acho, organización cuyos ecos de exigencia y conocimiento, recuerdan a sus herederos americanos en la historia: los gaonistas, y el tendido de sol de Bogotá con sus peñas. El Tendido 10 de Acho, como cuenta en su blog, es una peña taurina que contribuye a la "revalorización de la feria taurina del Señor de los Milagros", labor que se cumple con la exigencia en la plaza, y la labor crítica de blogs como el excelente El Desjarrete de Acho, además de la puesta en marcha de estrategias que involucran los medios actuales, como Youtube. De lo anterior es prueba el siguiente vídeo, donde el buen aficionado logra reconocer en su previzualición a Chupetero II y a Dax. Acho, con La Santamaría de Bogotá aún cerrada esta semana, es la plaza más importante y seria de América.

              

Hasta el momento hemos recorrido una historia de la afición y la tauromaquia americana que sirve para desmentir el fantasma del coso de insurgentes. La estrechez de miras no puede derivar en que se confunda lo ocurrido cada domingo en la Plaza México con la rica y variada realidad de la tauromaquia americana, apenas aquí vislumbrada para efectos de desmentir la supuesta superioridad de la plaza del D.F. en todo el continente. Una plaza seria, a mi modo de ver, se caracteriza por una afición incipiente en el estudio y la divulgación. También en una plaza silenciosa, exigente del tercio de varas y de las condiciones mínimas de trapío. La manifestación de seriedad en América puede encontrarse en las corridas de Mondoñedo con más de 13 varas en Bogotá , también en los pitos y matracas de Acho contra la trampa de las figuras, y en las inalterables condiciones de trapío de Guadalajara. Indudablemente, también tendrá que verse cuando Cali recupere el ritmo tras una pasada década desastrosa, cosa que promete hacer la nueva empresa apostando por el Toro, como se ve en la foto que inaugura esta historia. Es evidente que si en España la identidad de una plaza cambia cuando a ella llegan las figuras, en América ese fenómeno está agudizado, pero en el fondo, el espíritu de la tauromaquia americana es otro. Como América misma, es un concepto aún en construcción.










En orden de aparición: 1) Sasaimuno, Contreras de 534 kilos de la ganandería de Mondoñedo, lidiado el 5 de febrero del 2012 por Luis Bolívar en Bogotá, considerado como el toro más bravo de la temporada mayor en Colombia. 2) Segundo Santa Bárbara de la segunda comparecencia de Diego Urdiales en Bogotá. 3) Sasaimuno en la muleta. 4) Un toro de Fuentelapeña, ganadería colombiana que marcó época en Cali. 5) Un Tenexac mexicano, procedencia Piedras Negras, lidiado este año en una plaza portátil. 6) Un Rancho Seco lidiado este año en Guadalajara. 7) Un Fuentelapeña en el campo.  8) Un Mondoñedo en el caballo.
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miércoles, 6 de noviembre de 2013

¿Por qué es Cultura la Tauromaquia?


La Tauromaquia hoy ha sido declarada como Patrimonio Cultural e Histórico del pueblo español. Esta declaración pone entonces los focos de la controversia en determinar si la tauromaquia puede ser cultura o no. Quienes niegan que el toreo pueda tener esta categoría, se empeñan en ver a la cultura como un refinamiento de formas, incluso como una manifestación de civilidad, definición plausiblemente correcta pero que al mismo tiempo niega la naturaleza profunda de la Cultura. En primera medida, lo que hay que aclarar es la semántica: el toreo no es cultura, es una cultura, matiz que pone en una órbita precisa el debate.

El problema con la cultura así es su definición, que compete a la ciencia social que la estudia: la antropología. Que la Cultura tenga una ciencia social que estudia su naturaleza, supone que la antitauromaquia se basa en ella para negar el carácter cultural de la tauromaquia. Sin embargo, como se ha anotado, las críticas antitaurinas se centran más bien en rimas con la palabra tortura (privilegiando el escolástico pensamiento musical, desechado por la lógica hace medio milenio), y en negar de facto cualquier atisbo de proyecto civilizador en el toreo. Visto de otro modo, las refutaciones antitaurinas sobre la Cultura y el toreo no incurren en determinismos, ni en consideraciones antropológicas, por lo que esta renuncia a la ciencia social debe interpretarse como una verdadera ausencia de razón: nunca han desligitimado el carácter cultural de las corridas de toros, y confunden las críticas éticas con las críticas de ciencia social.

A los efectos de nuestra reflexión, cabe precisar antes que nada que el toreo es un ritual sacrificial, naturaleza apenas evidente en el acto que se abre con un despeje simbólico, se llena de protocolos ceremoniales también simbólicos (brindis, cambios de tercios, ceremonias de alternativas, de corte de coletas) y culmina con el antiquísimo sacrificio ritual del Toro, que en las claves de la cultura taurina es tenido como una entidad numinosa o casi sagrada (de ahí las disputas entre torismo y torerismo que han signado la historia del toreo). Como ritual, el toreo entonces se erige como un entramado simbólico que se apoya en ciertos principios rituales que versan sobre la bravura digna del toro, el intento de sacrificio simbólico del hombre que se defiende de la muerte con un trozo de tela, conocido como toreo, y finalmente con los significantes de la muerte ritual. El toreo ha sido estudiado como ritual sacrificial desde la escuela antropológica de Cambridge, ante todo con el invaluable aporte del profesor Julian Pitt-Rivers, por lo que se sugiere la lectura de este, sobre todo en su escrito El sacrificio del toro,  para entender que el toreo es un ritual sacrificial. Destacar el carácter ritual del toreo  nos recuerda que todo ritual es cultura. En ese sentido, el reconocido antropólogo Clifford Geertz, aboga por «una concepción coherente de la Cultura, definida como un dominio de comunicación simbólica». El hombre es así un « artefacto cultural» sometido a la práctica de convertir todos sus actos relevantes y fundamentales en símbolos y sistemas, pues su significado y su comprensión nos distinguen de los animales, y por tanto representan un avance civilizador. El toreo es eso.





Otra determinación fundamental de la definición cultural es entenderla más allá del entramado simbólico y ritual. La Cultura entonces se entiende como un sistema que compromete la forma de ser de un pueblo o un grupo humano: sus costumbres, rituales, lengua, tradiciones, artes vivas, su conocimiento sobre la naturaleza y su forma de transmitir estos saberes ancestrales de una generación a otra. Tal definición encuadra en todos los protocolos de la UNESCO sobre Cultura, esto es, una expresión inmaterial única y original que define la manera de ser de un grupo humano. La tauromaquia, cuando fue declarada como Patrimonio Cultural Inmaterial del pueblo de Francia, demostró que podía satisfacer de manera cabal los 5 protocolos de la UNESCO sobre la determinación de una Cultura. Los taurinos somos una minoría cultural que tiene sus propios rituales (el toreo), artes vivas (confección de traje de luces, de instrumentos para torear), metalenguaje (la caló taurina), modos de vestir (la inconfundible vestimenta de un taurino), gastronomía (viandas y bebidas únicas derivadas de las corridas y consumidas en ellas), saberes ancestrales de la naturaleza  (la cría artesanal del toro bravo) y un programa social de transmisión endógena de todo este acervo cultural (escuelas taurinas, tradición taurina familiar, biliotecología taurina). Lo anterior logra unificarse en una visión del mundo, una forma de ser a la que corresponden sus expresiones, estéticas y éticas particulares; asimismo logra conformar un grupo y una identidad que por su fuerza perdura a través de los siglos. En el caso del toreo, la cultura ha perdurado a través de milenios (a la luz de nuevas evidencias historiográficas sobre el culto al toro y su enfrentamiento con el hombre); su manera de perdurar a través de épocas, reyes, papados, dictaduras y déspotas, desempeña una demostración más del carácter cultural e identitario de los pueblos a través del toreo. En este punto, nadie puede tener problemas para aceptar que el toreo es un sistema cultural minoritario,  recluido por una cultura hegemónica y anglosajona hacia la exclusión en nombre de una ética animalista mal entendida y peor practicada, que obvia a la ligera las implicaciones culturales, sociales, económicas, políticas y ante todo culturales de la tauromaquia. En tal sentido, la cultura taurina y el culto al toro merecen protección oficial de acuerdo al Convenio de París de la UNESCO.

                     
El toreo from Por Siempre Toreo on Vimeo.

Por último, otra determinación de la Cultura la entiende como un hecho biológico. Desde los estudios en primatología, en especial los de Jordi Pi Sabater, se ha demostrado que los homínidos superiores tienen un fuerte determinismo biológico a erigir sistemas simbólicos, rituales y prácticas que pueden constituirse en Cultura. También los simios tienen rituales de muerte para estratificar sus protosociedades. Entonces se plantea la distinción y la capacidad de los homínidos superiores para desarrollar entramados rituales« Los juegos simbólicos desarrollados por simios, crecen en medios humanizados» (Véase el estudio Cognitive implications of linguistic learnig in apes), lo que demuestra que el ritual puede considerarse como un hecho natural, no de exclusiva perversidad moral humana, como de hecho quiere sugerir el único antropólogo que ha cuestionado al toreo. Así, el carácter civilizador debe ser condición esencial cuando una cultura se erige como tal, pues los simios superiores con rituales son considerados como formas biológicamente más sustentables y organizadas (en términos evolutivos) que aquellos simios sin rituales ni juegos simbólicos.

La tauromaquia entonces es un sistema cultural que satisface los protocolos de ciencia social y de la UNESCO, por cuanto es al mismo tiempo un ritual de expresión inmaterial antiquísimo, y un sistema desprendido del ritual, pues gira en torno a él, y se desarrolla para fundir identidad a un grupo humano específico: los taurinos. No puede compararse con lastres como la ablación, por cuanto la ablación no es una cultura, y por cuanto el toreo no viola derechos humanos. Lo mismo cabe sobre los rituales sacrificiales de seres humanos practicados en culturas como las mesoamericanas hace algunos siglos: hoy se excluyen de cualquier posibilidad de protección y están prohibidos, no en función de su invalidez cultural, sino porque violan derechos humanos. El toreo no viola ningún derecho humano consignado en el Derecho Internacional Humanitaro. De ahí que toda comparación resulte improcedente; considérese por ejemplo, desde el momento en que la UNESCO ha declarado como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad al ritual sacrificial del Sanké mon, donde mueren miles de peces, y algunos gallos y cabras, todo en en una sola tarde en medio de rituales ancestrales. Lo mismo para la Cetrería, antiquísimo arte donde un animal caza a otro, y donde la muerte del animal cazado por el ave de rapiña no es óbice para que se nieguen el carácter cultural de esta práctica milenaria, hoy blindada y protegida como PCI por la UNESCO.

Para un mayor estudio de la naturaleza cultural del toreo, tema siempre infatigable y con muchas aristas, propongo la siguiente lectura emanada de Taurología:












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lunes, 4 de noviembre de 2013


Me ha parecido interesante citar las palabras de don Jose Luis y Felipe de Pablo Romero al maestro Alfonso Navalón en su imprescindible libro Viaje a los toros del sol. La historia taurina parece decir y no decir lo mismo, cuando sus claves se repiten a lo largo de los tiempos, pero al mismo tiempo constatamos que en efecto hay una decadencia de valores constante. Con la entrada en rigor de la temporada americana, las corridas con las figuras del toreo se me antojan como espacios dejados a la buena mano de nadie, donde la infamia del ganado hace ver a los criadores de bravo como desvergonzados tratantes de carne, lana y mansedumbre. La dureza de lo anterior debe entenderse en función a las palabras de los ganaderos de Pablo Romero: antes que mirar al ganadero, debemos pensar en los veedores de los toreros figuras que se imponen a los ganaderos, y también en la dictadura actual que sufrimos, donde concentrados y minoritarios grupos de poder económico y mediático, dicen qué es el arte, el toro, la faena, y lo que debe entenderse como crónica y crítica taurina. Se ha señalado desde esa posición que aquello salido de tono debe entenderse como terrorismo taurino, y en tal sentido, el espectador que piensa distinto ya no es subversivo a secas, sino talibán. El talibanato, sin embargo, no es nuevo, y es tan antiguo como la historia de la dignidad, pues nunca olvidemos, la historia del talibanato taurino es al mismo tiempo la historia de la lucha por la dignidad de la Fiesta de los Toros.

Don Felipe de Pablo Romero:



Para sentar las bases de la dignidad que la historia le depara a un hierro y una sangre venida hoy a menos, el ganadero de Pablo Romero prefirió apuntillar sus toros antes que dejarse imponer el afeitado por la figura más grande de la época. Si todos los ganaderos de bravo hoy no cedieran un ápice ante las exigencias de tipo, edad, integridad de astas, reatas y hasta orejas móviles, la tauromaquia sería un asunto más respetable, comoquiera que habría menos cosas que lamentar. Si la actitud de Manolete-Camará nos indigna apenas leída, ¿Por qué no nos indigna en mayor medida el abuso cometido por Morante en la Beneficencia de Madrid, y esta semana en Aguascalientes y en La México? ¿Por qué nuestra indignación no hace sentir con fuerza necesaria hasta lograr que todo esto cambie?

Abrió esta publicación la foto del inmortal Joyerito, un toro cuya fuerza simbólica radica en declarar toda la época de la sangre gallardo, que inicia desde su  inusual fundación,  sigue con la gloria de Joselito y Juan Belmonte con 6 de Pablo Romero, pasa por la dignidad ganadera ante el estúpido veto de Manolete y Camará, y termina con la venta del hierro a Partido de Resina y los embates actuales ante una época indiferente a la casta y sus complicaciones. La salida de Joyerito, estruendosa, iluminante, estremecedora, es el canto de otra época:
               
                    
El Fundi y Joyerito de Partido de la Resina (Pablo Romero) en Madrid. Gloria a los toros bravos! from Por Siempre Toreo on Vimeo.

Don Jose Luis de Pablo Romero. Se ruega hacer clic sobre las imágenes para verlas completas:



Estamos en una época donde el sistema es capaz de doblegar hasta a 26.000 espectadores inermes ante la trampa. El verdadero talibanato taurino es el de la imposición de la trampa, la manipulación y la ausencia de mínimos de rigor. ¿Qué hacer? ¿Debe perpetuar el aficionado ese apuntillado simbólico, dejando de asistir a la plaza, y renunciando a la condición de taurino? La anterior es una proposición tentadora, pero precisamente falla por cuanto no va a cambiar la realidad del toreo, sino que va a dejar un campo libre y amplio para la explotación de la mentira. Lo que nos respecta, es ser esos 26.000 aficionados que el domingo que pasó, pitaron y abuchearon en la Plaza México con auténtica furia los novillos impuestos por Morante de la Puebla y el sistema que él representa. Era tal la furia de la plaza, que el Juez devolvió dos novillos que resultaron en los corrales, donde fueron apuntillados. Apuntillados antes que lidiados.
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domingo, 27 de octubre de 2013

Violencia antitaurina en Lima y Rodilhan



Dos nuevos hechos de violencia antitaurina se presentaron hoy 27 de octubre de 2013 en plazas del mundo: Lima y Rodilhan.

Las autoridades de Perú y Francia han salido particularmente golpeadas de estos actos que empañaron, aún más, el discurso supuesto de paz y evolución de la antitauromaquia:  el caso más grave ocurrió en Lima, donde Marlon Carrasco, subolficial de la policía montada peruana, fue apuñalado en la pierna por un manifestante antitaurino. Que una protesta se presente a sí misma como pacífica, y sirviente para rechazar la supuesta violencia del toreo, no explica cómo es que uno de sus integrantes porta un arma blanca, y la dirige contra un ser humano. Mucho menos, que una recua desaforada la emprenda con piedras contra las autoridades que repelen los ataques, modo pedestre de demostrarnos quiénes son los realmente rezagados:
(Adenda: en las últimas horas nuevamente se registraron hechos de violencia antitaurina en Lima: un comando animalista intentó incendiar la plaza de toros de Acho, con personas adentro, y por fortuna sin éxito. El empresario de la plaza acusa a Leonardo Anselmi, activista presente en la ciudad. Al final de este escrito se pone el pantallazo de la noticia. También abajo se incluye nueva información sobre las medidas legales pedidas contra la violencia antitaurina en Francia).
                     
                            


                          

El segundo hecho de violencia se presentó en Rodilhan, una pequeña localidad francesa que sirvió nuevamente para el móvil mediático del antitoreo francés: la invasión multitudinaria de animalistas de toda Francia a pequeños pueblos, por ello sin suficiente pie de fuerza pública; se asegura la vulnerabilidad para satisfacer también la impunidad: al rededor de 400 manifestantes antitaurinos irrumpieron pues en Rodilhan con motivo de un festival; pese a la orden de un tribunal de Nimes que prohibió a la manifestación acercarse a medio kilómetro de la plaza (esto es, siquiera acercarse al perímetro urbano de la población), los animalistas llegaron hasta la puerta de la plaza, donde la policía intentó repelerlos. El resultado: 20 llantas de autos ponchadas, rejas destruidas, policías heridos por contusiones, daños menores por lanzamiento de bengalas en la estructura de la plaza de toros, un vidrio panorámico roto, y un político local golpeado y aturdido con pintura roja que le fue arrojada. Un antitaurino fue detenido en la refriega, y deberá responder por daños personales. Los organizadores de la manifestación también deberán responder por desacato.

¿Acaso lo sucedido en Perú y Francia corresponde a la descripción de unos seres humanos que se arrogan la evolución moral, rechazan toda forma de transgresión y violencia unilateral, y además son capaces siquiera de manifestar su inconformismo de una forma razonable,educada y legal? No.


La pierna traspasada del policía limeño, como también los intentos de incendiar una plaza francesa con pólvora de bengala, son síntomas del desbordamiento de una violencia reprimida en sus portadores. Para el antitoreo, la pierna apuñalada del policía encuentra su justificación en el morrillo picado del toro: ¿Es un modo de identificación con la violencia condenada? ¿Una suerte de justificación, o mejor, de retaliación, donde la sangre derramada del animal es vengada con la sangre humana del policía, y próximamente la taurina? En realidad, lo que opera aquí es un inhumanismo voraz que empieza a hallar satisfacción, una que puede reconocerse por algunos aspectos: victimización del toro y del manifestante; infundado sentido del auto-heroísmo que debe ser practicado violando la ley y exponiéndose, para demostrar afanosamente un amor ilimitado por los animales; desprecio por las autoridades; culto a la imagen del ALF, esto es, estética de la clandestinidad representada en el pasamontañas como símbolo de un movimiento violento; finalmente, una manida idea de la justicia, que confunde sus límites con los de la venganza.

Se puede leer una queja en este flyer hecho por un aficionado mexicano, inquieto por la usanza de los antitaurinos que protestan en el D.F.
En el nombre de la sangre derramada del toro, y sin ningún intento para explicar su importe ritual y cultural, el antitaurino emprende entonces sus acciones violentas, que se van a justificar diciendo que "siempre será peor lo que ocurre en el ruedo con un animal". Lo preocupante de esta argumentación, es que cualquier cosa puede ubicarse abajo de la gravedad de la muerte del toro, teniéndose en cuenta que quien enuncia el argumento es un fanático por los animales. La violencia antitaurina no tiene ningún nexo cultural que pueda respaldarla, aunque intenta volverese hegemónica, con aquellos intentos de volverla internacional. Es decir, ¿Por qué hay consignas en inglés como "Stop Corrida", en una protesta que se ubica concentradamente en un pequeño pueblo francés? En últimas, estas acciones coordinadas no son protestas puntuales contra una corrida, sino un intento razonado de volver los ojos del mundo a la exageración del antitoreo. La anterior acción incluso merece violar las leyes. Cuando el Tribunal Administrativo de Nimes prohibió la protesta a 400 metros a la redonda de la plaza, se suponía que quienes invocan la Ley para pedir la abolición del toreo, iban a respetar el concepto de la Ley sobre ellos mismos. El Tribunal ya había aducido el año pasado que las protestas antitaurinas deberían realizarse a 400 metros de la plaza, por cuanto podían generar hechos de violencia directa provocados por antitaurinos, pues es necesario recordar que las protestas antitaurinas en Francia están relacionadas con hechos de racismo y nazismo, y también, con un ciego uso de la violencia unilateral. ¿Por qué entonces violar la ley, sabiendo las consecuencias?

 Un riesgo calculado en virtud a sus ganancias mediáticas, o quizá fanáticos, o ambas:


Lo cierto es que los límites de la barbarie se eliminan cuando el protestante acuchilla a la policía, en nombre de un animal que desconoce absolutamente. La dignidad humana es la fuente de todas las éticas a lo largo de la historia, y el desconocimiento de este principio es el inicio del inhumanismo; entonces, uno no puede sino optar por destacar el carácter inhumano de estas acciones antitaurinas, más allá de las débiles justificaciones, como cuando se intentan comparar con la forma cruenta de la tauromaquia. Mientras la tauromaquia, convertida en arte y ceremonial en su forma moderna, es en definitiva el triunfo honorable de la animalidad humana sobre la animalidad del toro, el antitoreo parece dirigirse en cambio hacia la derrota del humano acuchillado, y la del toro de lidia extinto; e incluso, sobre la violencia antitaurina que se vuelve en su propia contra.

Para finalizar: ¿Puede haber una ética relacionada con el inhumanismo? Sus juicios serán dichos cuando el antitaurino defienda al animalista cuchillero, y a los franceses que invaden pequeños pueblos, y arrojan gases de fumigación contra un tendido lleno de mujeres, ancianos y niños.





Esta imagen explica el grado superlativo de ignorancia que tienen los antitaurinos sobre la verdadera naturaleza del toreo, además de demostrar lo que a Carruthers le gusta llamar "una despreocupación moral de los reales problemas humanos, en función de un despreocupado entendimiento de las diferencias entre humanos y animales".
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jueves, 24 de octubre de 2013

Los poetas de la posguerra española y la tauromaquia



La relación de la tauromaquia con la generación poética del 27 en España está más que particularmente expuesta. Luego, la historia de grandeza e interrelación entre el toreo y otras formas de arte, que sirve como vaso comunicante, se paraliza en la Guerra Civil bajo el drama de las confrontaciones bélicas. Sobrevendrían cambios políticos en España que determinarían una clase distinta de poesía, y de tauromaquia también. Si el toreo estoico y vertical de Manolete reverberaba el espíritu conservador, gris y correcto de su época, la poesía sin embargo se distanciaría hacia formas de resistencia y oralidad subversiva, apartándose del casticismo y el preciosismo de la generación del 27. Pero también es imposible encontrar una relación entre la poesía de la posguerra y la tauromaquia más subversiva: la de El Cordobés. En el primer caso observamos que la labor poética resiste la vida, mientras que en el toreo heterodoxo de El Cordobés, la vida se manifiesta con rabia hasta confundirse con la alegría. Entonces es posible hallar un vaso roto entre el toreo y la poesía. Como expresan los poetas de los que hoy reproducimos su opinión, para ellos será difícil poetizar en torno a la tauromaquia, pese a que van a vivir la segunda edad de oro del toreo. La afición se torna más seria, grave y real. Quizá uno pueda pensar que en García Lorca, Alberti, Diego o Machado, la tauromaquia haga parte ineludible del paisaje cultural español de la época, aunque bien es cierto que la afición de García Lorca era visceralmente real, y que Alberti incluso actuó en una cuadrilla. La leyenda del banderillero anarquista muerto con García Lorca en un fusilamiento ilegal, vendría a representar la muerte misma de la relación cultural de la poesía y los toros como ineludibles culturales.

Lo anterior no puede interpretarse como un abandono de los poetas a la tauromaquia: la llamada Generación del 50, o de la Posguerra, será muy taurina en términos de afición. Blas de Otero, Gamoneda, Panero, Caballero Bonald, Claudio Rodríguez y Francisco Brines, serán aficionados al toreo. De los dos últimos reproducimos la totalidad de sus intervenciones en el número 587 de los Cuadernos Hispanoamericanos, edición dedicada a la relación entre las letras y el toreo. Huelga decir que quien suscribe estas palabras, encuentra en la poesía de Rodríguez y de Gamoneda, la expresión más acaba de la lírica en nuestra lengua, por lo que la afición de esta generación por los toros debe rescatarse y visibilizarse con una importancia similar que la usada con la Generación del 27. Esta última sirvió como revulsivo cultural contra la antitaurina generación del 98, así que el mecanismo queda expuesto. La importancia de capitalizar nuestro acervo cultural frente a una sociedad incompetente para el entendimiento de ciertos principios, debería ser una de las obligaciones urgentes que los taurinos necesitamos imponernos, además de hacer caso a las quejas de Brines y Rodríguez,  que ruego sean leídas por su indiscutible interés:









Adenda del blog Torear


Un poema de Brines:
Amor en Agriento
                                                              (Empedócles en Akragas)
Es la hora del regreso de las cosas,
cuando el campo y el mar se cubren de una sombra lenta
y los templos se desvanecen, foscos, en el espacio;
tiemblan mis pasos en esta isla misteriosa.

Yo te recuerdo, con más hermosura tú
que las divinidades que aquí fueron adoradas;
con más espíritu tú, pues que vives.
Hay una angustia en el corazón
porque te ama,
y estas viejas columnas nada explican:

Unos ardientes ojos, cierta vez, miraron esta tierra
y descubrieron orígenes diversos en las cosas,
y advirtieron que espíritus opuestos los enlazaban
para que hubiese cambio, y así explicar la vida.
Esta tarde, con los ojos profundos, he descubierto la intimidad
                                                                       del mundo:
Con sólo aquel principio, el que albergaba el pecho,
extendí la mirada sobre el valle;
mas pide el universo para existir el odio y el dolor,
pues al mirar el movimiento creado de las cosas
las vi que, en un momento, se extinguían,
y en las cosas el hombre.

La ciudad, elevada, se ha encendido,
y oyen los vivos largos ladridos por el campo:
éste es el tránsito de la muerte, confundiéndose con la vida.
Estas piedras más nobles, que sólo el tiempo las tocara,
no han alcanzado aún el esplendor de tu cabello
y ellas, más lentas, sufren también el paso inexorable.
Yo sé por ti que vivo en desmesura,
y este fuerte dolor de la existencia
humilla al pensamiento.
Hoy repugna al espíritu
tanta belleza misteriosa, tanto reposo dulce, tanto engaño.

Esta ciudad será un bello lugar para esperar la nada
si el corazón alienta ya con frío,
contemplar la caída de los días,
desvanecer la carne.
Mas hoy, junto a los templos de los dioses,
miro caer en tierra el negro cielo
y siento que es mi vida quien aturde a la muerte.

                                                             Dos poemas de Rodríguez:

REVELACIÓN DE LA SOMBRA

Sin vejez  y sin muerte la alta sombra
que no es consuelo y menos pesadumbre,
se ilumina y se cierne
cercada ahora por la luz de puesta
y la infancia del cielo. Está temblando,
joven, sin muros, muy descalza, oliendo
a alma abierta y a cuerpo con penumbra
entre los labios de la almendra, entre
los ojos del halcón, la nube opaca,
junto al recuerdo ya en decrepitud,
y la vida que enseña
su oscuridad y su fatiga,
su verdad misteriosa, poro a poro,
con su esperanza y su polilla en torno
de la pequeña luz, de la sombra sin sueño.
¿Y dónde la caricia de tu arrepentimiento,
fresco en la higuera y en la acacia blanca,
muy tenue en el espino a mediodía,
hondo en la encina, en el acero, tallado casi en curva,
en el níquel y el cuarzo,
tan cercano en los hilos de la miel,
azul templado de cenizas en calles,
con piedad y sin fuga en la mirada
con ansiedad de entrega?
Si yo pudiera darte la creencia,
el poderío limpio, deslumbrado,
de esta tarde serena…
¿Por qué la luz maldice y la sombra perdona?
El viento va perdiendo su tiniebla madura
y tú te me vas yendo
y me estás acusando
me estás iluminando. Quieta, quieta.
Y no me sigas y no me persigas.
Ya nunca es tarde. ¿Pero qué te he hecho
Si a ti te debo todo lo que tengo?
Vete con tu inocencia estremecida
volando a ciegas, cierta,
más joven que la luz. Aire en mi aire.


SALVACIÓN DEL PELIGRO



Esta iluminación de la materia,
con su costumbre y con su armonía,
con sol madurador,
con el toque sin calma de mi pulso,
cuando el aire entra a fondo
en la ansiedad del tacto de mis manos
que tocan sin recelo,
con la alegría del conocimiento,
esta pared sin grietas,
y la puerta maligna, rezumando,
nunca cerrada,
cuando se va la juventud, y con ella la luz,
salvan mi deuda.

Salva mi amor este metal fundido,
este lino que siempre se devana
con agua miel,
y el cerro con palomas,
y la felicidad del cielo,
y la delicadeza de esta lluvia,
y la música del
cauce arenoso del arroyo seco,
y el tomillo rastrero en tierra ocre,
la sombra de la roca a mediodía,
la escayola, el cemento,
el zinc, el níquel,
la calidad del hierro, convertido, afinado
en acero,
los pliegues de la astucia, las avispas del odio,
los peldaños de la desconfianza,
y tu pelo tan dulce,
tu tobillo tan fino y tan bravío,
y el frunce del vestido,
y tu carne cobarde...
Peligrosa la huella, la promesa
entre el ofrecimiento de las cosas
y el de la vida.

Miserable el momento si no es canto.



**La foto que abre la publicación es de André Viard y Terres Taurines.
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En el año 1988 Maníli abría la puerta grande de Las Ventas de Madrid en la corrida de Miura. También nacía yo. Amante de la tauromaquia, el cine, la literatura y el rock. Sigo con obstinada fe la certera evidencia de la frase de Lorca: "Creo que los Toros es la Fiesta más culta que hay en el mundo".