lunes, 29 de junio de 2015

El gueto de Sammy Spain


En las últimas horas hemos vivido un nuevo episodio de acoso y derribo contra un taurino por parte de las multitudes de la inquisición antitaurina-animalista. En este caso la 'culpable' a ojos de la moralina actual fue una cocinera que se anuncia como Samantha de España en los carteles del circuito culinario y los estúpidos reflectores del reality show. Su culpa fue subir a redes sociales una foto familiar con sus pequeños hijos en la barrera de una plaza de toros:


Inofensivo. Aparentemente nada del otro mundo frente a las miles de fotos de personalidades en los toros desde que Niépce se inventó la técnica de la fotografía. Inofensivo, en apariencia, hasta que una horda de miles de personas en redes sociales empiezan a atacar a la cocinera por haber subido la foto. Pasemos de largo sobre los impecables razonamientos morales vertidos por los antitaurinos (incluidas las mofas y sugerencias nocivas sobre uno de los hijos, que tiene Síndrome de Down), para señalar no solo la capacidad de interacción y conexión de la sociedad actual, lo que desde luego explicita la estupidez en todas sus formas, sino también la gran ventaja que tenemos los taurinos para captar el campo de batalla, cosa que cualquier ejército apreciaría: estamos en guerra.

Obviamente Sammy Spain (o Samy, según su CM) se retractaría ante las amenazas de sus patrocinadores. No hay que meterse nunca con el pan de la gente:

Lo increíble del caso es que en menos de 24 horas esta cocinera ha tenido que aguantar la presión de la inquisición animalista, y ahora la de los taurinos que le reprochan la falta de entereza por no ser firme con sus gustos, cultura y potestad sobre sus hijos. ¿Pero cómo? ¿Ahora va a ser culpable esta mujer por lo que pasa con la tauromaquia en general?

Sammy Spain en ningún caso es culpable de tenerse que retractar a causa de las amenazas de sus patrocinadores. La insostenible situación de acoso y discriminación contra los taurinos tienen una sola causa: los propios taurinos, incapaces de estar a la altura de siglos y siglos y tradición en defensa de la Fiesta, y de quienes se saltaban la censura de papas, inquisidores, príncipes invasores y políticos pelmazos. La cocinera es una víctima más del inmovilismo de nuestras fuerzas frente a la amenaza de la discriminación. El sector, en el que habría que conjugar a toreros, ganaderos, empresarios, periodistas y aficionados, décadas después del inicio de la ofensiva antitaurina no ha sido capaz siquiera de articular una defensa coherente a ataques localizados como, por ejemplo, la increíble mentira sobre la subvención multimillonaria a las corridas de toros. Este ambiente crea sus víctimas lógicas, como Samantha, una persona a la que los taurinos ofendidos no darán de comer y que solo apela al contexto general.

Homofobia, racismo, sexismo, solo son asimilables como morales cuando se dirigen contra un taurino.

Una vieja paradoja de la sabiduría judía sobre revolución y acción decía:«¿Nunca has salido del guettho pero estás en contra de su existencia?». Con esto querían significar que el animal que no es consciente de los límites que lo apresan no tiene derecho a la queja si al mismo tiempo esa queja de los límites no es un llamado y una vocación a la acción. Lo mismo debería ocurrir con los aficionados indignados: ¿cuántos de los que recriminan a la cocinera han defendido a la tauromaquia en debates, actos de activismo, escenarios políticos o en movilizaciones físicas y virtuales?

Hace años, Morante dijo que la Fiesta no necesitaba defensa, pues se defendía sola. Esa audaz estupidez hizo carrera en la mentalidad conformista de muchos aficionados, pero sus pronósticos fracasaron estrepitosamente. La fiesta no se defiende llenando plazas, presentando toros cinqueños o jaleando faenas de arte al toro bobo: estos hechos no significan absolutamente nada en la realidad antitaurina y son más bien formas de explicitar los gustos propios de cualquier aficionado. Lo que salvará a la fiesta es saber elevar nuestro mensaje y nuestros valores a una sociedad que nos tiene confinados en un gueto. La discriminación se convirtió en corrección política y el acoso, ilegal en todos los casos, se hizo justificable, todo porque jamás nos quejamos de la forma correcta: con la ley y la denuncia penal en la mano, con los argumentos incontrovertibles en el debate.

Samantha Vallejo-Nágera sacó su cabeza y la de su familia por una ventana del gueto. Los devolvieron a palos y ya adentro la culparon por no resistir por nosotros los golpes. ¿Acaso los valores de la tauromaquia no versan sobre el heroísmo, la resistencia, el honor y demás? Exigirlo a una cocinera, y no a los profesionales que viven de esto, es una de las vergüenzas más grandes de nuestra reciente historia.

Ortega y Gasset toreando.


jueves, 18 de junio de 2015

Terrorismo animalista en Céret, el machismo involucionado




El pasado 26 de mayo un comando animalista del autodenominado Frente de Liberación Animal (ALF por sus siglas en inglés) perpetró un acto terrorista en la taurina y francesa villa de Céret, al incendiar el automóvil de la esposa del alcalde de dicha población en un claro mensaje intimidatorio contra las corridas de toros. Hoy el grupo en su portal ha reivindicado el ataque.

ALF es una organización animalista considerada como terrorista por Estados Unidos e Inglaterra. El FBI ha computado, solo en este siglo, más de 10.000 ataques de terrorismo del ALF en actos que incluye el asesinato de científicos, la profanación de tumbas, el envenenamiento de leche para bebés como protesta contra el ordeñe de vacas, la persecución por escrache y, desde luego, la ampliamente popularizada práctica de quema de inmuebles, que incluye más de 8.000 ataques contra edificios destinados a la vivisección o la peletería, mataderos y demás, con el propósito doble de intimidar al extremo e inutilizar instalaciones destinadas al uso animal. En dichos actos dignos de un enfermo piromaníaco han perecido incontables guardias de seguridad y no dejan de ser un paroxismo aberrante de la intimidación ilegal contra las personas que son blanco de estos ataques.




Este hecho de agresión terrorista (en cuanto generador intimidatorio de terror) contra una mujer viene a sumarse a episodios anteriores donde el animalismo ha demostrado que no distingue de género a la hora de atacar, sino que lo elige: como en el caso de la señora mayor de 60 años a la que le abrieron la cabeza a pedradas solo por estar en una taquilla de plaza de toros, o las madre e hija que en Madrid fueron atacadas con gas pimienta por el horrendo crimen de tener una tienda que vende artículos taurinos, o por el continuo machismo de su propaganda, se intuye de inmediato que no hay pudor en el animalismo al momento de volver víctima a una mujer, deshumanizada desde el momento en el que se le reconoce como taurina. Este proceso, real barbarismo en la sociedad de hoy, ocurre mientras el animalismo ideológico compara la lucha de liberación animal con otras luchas como el feminismo, el antiesclavismo o la reivindicación en contra del racismo. Desde luego todo un dechado de lógica.

En todo caso veremos cómo esta hipócrita comparación entre el animalismo y el feminismo seguirá siendo un saludo a la bandera mientras las agresiones a mujeres taurinas siguen pasando sin pena ni gloria en la indignación pública mundial, tan dispuesta a hacer escándalo por el sacrificio de un perro, pero tan indispuesta para condenar que se intimide una feria taurina quemando el automóvil de una mujer, como si el pánico que se le fuera a causar derivase una forma de comportamiento ético.
¿Las activistas feministas de Femen van a condenar la violencia misógina del animalismo? ¿El animalismo seguirá señalándose a sí mismos como la "ética de la evolución" mientras se niega a condenar su propio terrorismo? ¿Seguirán comparándose los animalistas con las feministas y otras luchas ciertamente humanistas, mientras al mismo tiempo no tienen reparo en atacar a mujeres por su condición de taurinas?

Esa demencial voz, "We want justice for animals and we will get it", explica que los terroristas tienen confundidas de forma lamentable las más elementales nociones de Justicia y Venganza, pues creen que sus acciones, hechas a motu propio en forma ilegal, violenta, terrorista y estúpida, son una forma asimilable a los procesos judiciales y las penas punitivas de la democracia. Solo un bruto confundiría la venganza con la justicia en el siglo XXI que tan positivamente reivindican al momento de señalar el supuesto atraso de la tauromaquia. ¿Cómo es que quemar el carro de una mujer, de la que ni siquiera sabemos si es aficionada, puede derivar en la "evolución" que deje atrás las corridas? Según su propia casuística, aterrorizar a los taurinos en medio de un reclamo sobre la "ética compasiva con todo ser que pueda sufrir" hará que dejen de ir a la plaza, del mismo modo que las decapitaciones de ISIS, espectacularmente producidas y reproducidas en todos los telediarios del mundo, son una promesa de agresión más dirigida contra los espectadores que contra la víctima.

Terrorismo.

Todo en esta imagen es un ridículo contraste: la virginal inocencia de los animales amamantados; los ropajes terroristas, clandestinos, ilegales de quienes se glorifican por esa condición

miércoles, 17 de junio de 2015

El Fantasma torero y los fantasmagóricos espectros de la tauromaquia






Enmascarado como un combatiente de lucha libre mexicana, allí, atrás del alguacilillo vestido de charro, este inútil personaje agitó el avispero de la siempre nerviosa polémica taurina el pasado fin de semana, mientras la opinión taurómaca obviaba una carta que explicaba los motivos del suicidio de Juan Belmonte.

La materia de escándalo puede ser descrita con facilidad: lo que antes estaba guardado en el nicho del "toreo cómico", aquel desfile circense de enanos simpáticos, superhéroes de Hollywood en trajes desteñidos o remendados, desempleados dispuestos a dejarse vapulear por una vaquilla para ganarse el pan, ahora, por acto de desesperación y publicidad, da un salto exponencial; se pasa del toreo cómico al toreo litúrgico para hacerlo la misma cosa. Es como si mañana un enano vestido de American Captain hiciera el paseíllo con Diego Urdiales, y alternase con él en Mont de Marsan. Lo que ha hecho este "Fantasma" es romper la película que dividía al toreo bufo de la corrida de toros, todo por su santa voluntad de hacerse con la carrera que sus limitados dotes lidiadores no le permitieron a rostro desnudo.


Este "Fantasma", cuya habilidad para esconder su identidad le duró un día, ha sido reconocido como Ricardo Leos. Da igual. Puede llamarse como sea, pero su rostro tapado, a efectos de la corrida, recuerda la mixtificación de la pornografía japonesa, pixelada para revestir una última barrera de pudor pese a lo explícito de sus formas. La anterior idea es de Sizek, desde luego, pero puede pensarse en este caso, donde un hombre se tapa la cara precisamente para que todos se fijen en ella. Distinto al parche de Juan José Padilla o al ojo de cristal de Leonardo Hernández, este Fantasma se vale de una forma compatible con el toreo cómico, como lo demuestra la misma historia. Los enanos disfrazados de superhéroes que torean vaquillas son conscientes de su grado de parodia con respecto a la corrida. Son una caricatura del ritual. Pero ascender a la corrida esa caracterización, solo resulta como una parodia ofensiva a la condición de ser torero cuando se hace dentro de la corrida de toros donde se lidia y da muerte. La diferencia debe entenderse.


La invasión que esto supone es al mismo tiempo una idea sobre la frivolización de los valores taurinos, atacados por la sociedad afuera de los muros, y disueltos en mayor grado en los interiores de nuestra fortaleza, golpeados una y otra vez por deshonras como el ataque de toreros a los tendidos, la imbecilidad antitaurina de medios como Mundotoro*, la falta de épica en la mayoría de las lidias, entre otras lindezas que resultan en la pérdida de temor a violar las leyes del toreo. Que un sujeto toree en corrida de toros ataviado a la usanza bufa es por lo menos una ofensa mayor a los toreros caídos en el ruedo, puestos al nivel de las inofensivas mojigangas que desde siempre han servido para hacer reír y no para conmover con los tremendos lances éticos y plásticos que produce la liturgia taurina, último gran ritual sacrificial de occidente.

Con lo que la cuestión sobre este torero, de raquíticos méritos propios, debería hacernos reflexionar sobre qué es lo que hace perder el respeto a la tauromaquia incluso dentro de las mismas filas de toreros. No es de hacerse esperar que algún listo empresario mexicano lo contrate por temporada y lo lleve en gira mediática ofreciéndolo bajo la promesa de hacer la graciosa experiencia del circo una análoga a la trascendente experiencia, por ejemplo, de la Misa.


Hay incluso otra cuestión desoladora: no logro ver la diferencia entre el torero enmascarado, acaso un rezago del tan peculiar pintoresquismo americano, y los toreros que, por vía contraria, enmascaran al toro, disponiendo su falsificación en cosas como bóvidos afeitados, sin edad, sin la entidad suficiente; esos toreros, que también parodian los valores de su propia profesión, ora gitanos beodos, protagonistas de las portadas de Hola, falsos maestros del encaste único, hacen lo que el Fantasma: poner una máscara al toro de lidia, para que no veámos que bajo la tela se esconde un animal impostor. ¿Qué será peor para nosotros? ¿El torero fantasma o el toro fantasmagórico? Ejemplos sobran e incluso abundan. Si el Fantasma invade la corrida seria con los moldes de la corrida cómica, estos sujetos hacen lo mismo: en ocasiones muy abusivas, invaden la corrida bufa y sus parodias bajo el molde de la corrida seria, al degradar los valores de la corrida de toros. Pero desde luego toda la infatigable corriente de la diaria indignación taurina, jamás enfocada a puntos correctos (como defenderse de la ofensiva antitaurina), seguirá cargando contra el pobre Fantasma, hombre que incluso a exteriorizado su intención de torear en Madrid, desde luego porque detrás de una caperuza es más fácil ir soltando cada insolencia.

La corrida seria, litúrgica, ritual, estética y realista no es para bufos.


*A este portal, que graduó de "taurino" al reconocido antitaurino Murakami, y que desoyó el pedido de los aficionados para evitar el amarillismo contra Jiménez Fortes tirando una galería de 40 fotos sobre su cornada (como si con una sola no les valiera para ser indecentes), sus editoriales solo le alcanzan para demonizar a los toristas. ¿Qué clase de periodismo sería el de un medio que da falsa información sobre los protagonistas de sus noticias, ayuda al ataque de las celebridades que reseña y finalmente ataca a sus propios clientes con insultos? Eso solo ocurre en la tauromaquia, donde hay portales Fantasma.

domingo, 7 de junio de 2015

Rafaelillo e Injuriado de Miura en Madrid



Última de San Isidro. Divisa verde y negra en Madrid de los toros de Miura para una terna donde el nombre de Rafaelillo ha retumbado en la tarde como un diapasón fuertemente golpeado por el arreón de uno de los de Zahariche.

Lo que hizo hoy Rafael Rubio Luján en su manojo de naturales, uno de ellos desmayado y metiendo al toro para adentro mientras observaba al público, absorto como Manolete ante el milagro del estatismo, lo empata (casi que lo iguala) con la gran historia de la tauromaquia, aquella de maestros reales, contrastados matadores y lidiadores cuyos galones se medían ante los toros de la leyenda, los toros de los siglos, los que más matadores han despenado y los que ratifican la gloria con su regla de media o la descartan. Miura para Cayetano Sanz(1) en Madrid; miuras en la encerrona de Lagatijo para la Cruz Roja; Miura para la gran temporada Frascuelista del 68, que abochornó a Rafael Molina hasta apartarlo de Madrid por un año; Miura para ratificar el tronío de Guerrita en la plaza de la Villa y la Corte; miuras para concluir que los "naidens" después del Guerra no eran nadie ni nada, hecho exacerbado por el cobarde Boicot de Bombita en 1908, cuando se negaron a matar los toros de la leyenda, con excusas tan febles como decir que cogían; Miura para Pastor cuando la tauromaquia estaba reseca y veía a lo lejos la Edad dorada; Miura para tocar los clarines de muerte de le edad antigua y saludar la época moderna en aquella corrida del 12, tan dura; miuras en mano a mano de José y Juan, esplendor de las épocas, y el pitón cogido por el trianero, la carrera del mensajero desesperado hasta la finca para informalo, y el golpe del ganadero en la mesa, acusando al todero de mentir, pues a un Miura jamás nadie había osado tocarle un pitón; miuras para las guerras y luego miuras en la mitad del siglo XX para las corridas de Pepe Luis en Sevilla, canto para demostrar que el arte no se reñía con la dureza; Miura para la puerta grande de El Viti en el año de 1965 en Madrid, y cinco años antes el Miura Escobero para Diego Puerta, faena de tanta complejidad que el maestro fue recibido en la enfermería por vivas y ovaciones del equipo médico que tardaba en atenderle; y para atrás, de Jocinero, Perdigón, Cochero (Chocero en otras crónicas), Agujeto, Islero, Receptor, el etcétera indefinido de los miuras del luto en los cuernos, toros homicidas que enviaron a la eternidad a espadas de tanto renombre como Manolete o El Espartero, o a coletudos perfectamente olvidados hoy, como aquel banderillero llamado Mariano Canet, muerto por un Miura que nunca se llama igual en las crónicas, aquel 1875. Miura.

Pues hoy, 07.06.2015, Rafaelillo se ha encontrado con Injuriado, herrado arriba con la A de asas y marcado con el número 55; pesó en báscula 606 kilos y repuchó en las dos varas, donde casi llega a emplearse. Manso correoso pues, que incluso intentó saltar al callejón en alarde de su condición, a lo que no llegó por la falta de fuerzas. En banderillas es un ariete bruto con la cara en las nubes, izando su larga gaita. No diremos, sin embargo, que lo que ocurre a continuación esté a la altura de lo que fue, por ejemplo, la faena de Joselito al miureño Galleguito en Sevilla, pero sí fue una bofetada clara en los prejuicios de esta época. Y también esto:

         

Luego de pegarle al toro el mejor natural de la feria, planta firme, de arriba a abajo y rematando atrás, (¡de adentro hacia afuera!) el Miura que vuelve como un látigo, le tira un derrote y le destroza la taleguilla: la tauromaquia es eso y no vale la pena otra explicación.

(2)

La siguiente serie completa el cánon por el natural haciendo de su pierna de salida el eje de la embestida. Vemos un mostrenco "espatarrado", inexplicable pues el compás lo abre la pierna muerta del muletazo; la que carga, la que marca la salida, está firme y puesta, exponiendo la femoral como los toreros buenos. Olía a torero. El toro, que desarrolló casta y boyantía tan solo ver a Rafaelillo de rodillas en la primera serie, se niega en esta a pasar por el derecho y tras dos intentos, a toro acosando tobillos, resuelve el torero con un precioso afarolado invertido hilado a un desplante gallista, rodilla en tierra. Si en ese momento hubiese sacado la espada de verdad, acostádose en el morillo y dejando una estocada en todo lo alto, la ovación y la petición hubiesen escalado tan alto que estaríamos hablando, en efecto, de algo similar a lo de Escobero. Sigue otra serie más.  Por desgracia Rafaelillo pincha en alto una vez engendrando bien la suerte, se deja ganar la acción en la segunda con el toro sin humillar, y dejando luego una en los blandos, desprendida y caidílla, que despena al toro y llena de pena al torero. Quizá el mismo Rafaelillo, desbordado por la sensación de cuajar en Madrid a un Miura, se haya pasado de faena sobrando la última serie, baja en evoluciones, avisando al toro tornado su condición para la muerte en complicada. Quedaba en los 24.000 espectadores la sensación del toreo eterno. Rafaelillo dio la vuelta al ruedo entre lágrimas y la unánime aclamación de todos los tendidos de la plaza.




 Hemos dicho que sería atrevido poner esta faena entre los grandes hitos de la tauromaquia, acaso en son de rigor. Sin embargo, para el nivel de inanidades que llevamos en estos tiempos, sin duda esta lidia es historia reciente. Fue una faena compleja, digna de todos los estudios, sólido capaz que todos los aspirantes a matador de toros tienen la obligación de aprender, antes que las hieráticas poses artísticas de los 'masters' ante el tiovivo mecanizado. Rafaelillo se encargó de lidiar a un toro cambiante, Miura al fin y al cabo, que no paró de acosarlo en cuanto los muletazos no eran poderosos sino de adorno; allí el toro volvía su gaita como un látigo y tenía los pitones a milímetros del maestro; quizá por ello esos naturales de desmayo, como el reseñado, sean tan importantes a la luz de las complicaciones del toro. Allí Rafaelillo no solo creó belleza, sino que realmente estaba mandando a un toro de condición aviesa en cuanto la muleta dejaba de castigarlo. ¡Qué grande fue eso! ¡Qué sensaciones aún nos recorren cuando vemos esas dos series de naturales tan perfectas! ¡Rafael! ¡¿Por qué tienes que salir con la espadita de palo y no con la de verdad?! ¡Pero qué grande torero eres! (3)



(1) La de Cayetano Sanz quizá sea la primera encerrona histórica en la memoria colectiva de la afición, hecho recogido por García Lorca en un sutil poema que data de su primera época. Debo a mi amigo Luis "Pocho" Rubio estos versos, que él halló en María Pineda, Estampa Primera, escena IV, precisamente hace 90 años:

"Y cuando el gran Cayetano 
cruzó la pajiza arena 

con traje color manzana, 
bordado de plata y seda, 
destacándose gallardo 
entre la gente de brega 
frente a los toros zainos 
que España cría en su tierra,
parecía que la tarde 
se ponía más morena.
¡Si hubieras visto con qué 
gracia movía las piernas!
¡Qué gran equilibrio el suyo 
con la capa y la muleta!
Ni Pepe-Hillo ni nadie 
toreó como él torea.
Cinco toros mató; cinco, 
con divisa verde y negra. 
En la punta de su estoque 
cinco flores dejó abiertas, 
y a cada instante rozaba
los hocicos de las fieras,
como una gran mariposa 
de oro con alas bermejas."


(2) Las fotos de este pequeño escrito han sido tomadas del blog de Fran Jiménez, que ruego visitar:  http://franpictures.blogspot.com.es/2015/06/rafaelillo-san-isidro-2015.html

(3) Que Rafaelillo es un gran torero, ya se sabía. En el 2009 había pinchado en Madrid la gran faena que le hizo a uno de Dolores Aguirre, (si mal no estoy, se llamaba Guindillo, aunque puedo estar equivocado). Tiene un toreo de muchos registros, donde cabe el desmayo con riñones y el toreo poderoso de castigo. En aquella época en Madrid alguien desplegó una pancarta que decía: Rafaelillo es la verdad.