jueves, 17 de octubre de 2013

El nuevo caballo de Turín


Difícil creer que el caballo de Troya pueda convertirse en un caballo alemán, aunque en realidad se trate del caballo de Turín. A esos enredos intelectuales nos debemos someter cuando un campo de acción animal tan concentrado como el de los Vehículos de Tracción Animal (VTA) en Bogotá, de repente asiste a la invasión del oportunismo extranjero y local, y el animalismo hace crac.

¿Pero qué autoridad le asiste a un taurino para hablar de un tema eminentemente animalista? La que me asiste al ser colaborador desde hace 6 años de personas que han tenido una lucha personal desesperada para rescatar caballos de la calle.Cuando uno carga un bulto de zanahorias rumbo al sitio donde un caballo famélico se niega a avanzar, puede hablar de esta clase de cosas. Entonces contrastaba mi naciente afición por la tauromaquia con aquellas actividades de ayuda animal, entendiendo antes que nada que son universos aparte: en la tauromaquia, el acento de la queja no está en las condiciones de vida, sino de muerte, mientras que en los VTA, la queja recae sobre las condiciones de vida -en el toro irreprochables-, que en algunos caso rayan el fracaso social, en virtud a la esclavitud del trabajador y la del caballo. Espero poder explicarlo en otro instante, pues quiero centrarme en lo que sucede en el minuto 06:10 del siguiente video:

                            

Formidable: resulta que por gracia de Natalia Parra Osorio, Nietzsche "Dijo unas palabras muy sabias que nadie alcanzó a tomar en su momento pero que todos recordaremos: un día Frederich Nietzsche estaba saliendo de una casa en la Alemania del siglo XIX y vio cómo se estaba maltratando a un caballo de un coche, se le estaba dando unos latigazos sin compasión (sic) y lo que hizo él fue abrazar, ese caballo; todo el mundo lo miraba extrañamente: ¿cómo podría ser normal que alguien se aferrara a abrazar un caballo? Pero él en ese momento no le importó (sic) ,  y le pidió al caballo perdón en nombre de toda la humanidad (sic)."

Luego de inventar semejante abusiva impertinencia, alevosa en la manipulación histórica y la verdad de los hechos, Natalia Parra Osorio comete la ridiculez de emular al falso Nietzsche de sus fantasías, y entre gimoteos y lloros actuados ofrece disculpas al caballo en nombre de todos nosotros.

Empecemos por donde debe empezarse: decíamos ayer en la reseña del numinoso filme de Bela Tarr que los hechos a propósito del caballo de Turín fueron precisamente en Turín, Italia; para más exactitud incluso se añade la calle, Vía Carlos Alberto, piazza Carlos Alberto; y la fecha: 3 de enero de 1889. Si le creemos a los estudios críticos de Rafael Gutiérrez Girardot, Heidegger,  la Sociedad Española de Estudios Sobre Nietzsche (SEDEN), o incluso al libro Nietzsche en Turín de Lesley Chamberlain, estamos obligados a concluir que lo contado por Natalia Parra es de una mentira y una palabrería insoportable.Cuando ella misma asegura "unas palabras muy sabias que nadie alcanzó a tomar en su momento", acepta de facto que Nietzsche jamás dijo frase animalista alguna. Resulta esto siendo otro montaje animalista, otro entramado apócrifo nacido en la red y divulgado por mentirosas a las que incluso hay que hacerles precisiones geográficas:

Cuenta la leyenda que los animalistas buscan en algún lugar al norte de los Alpes al Caballo de Berlín que Nietzsche defendió del maltrato animal en clara alusión a la empatía con los seres sintientes.
Nietzsche jamás pidió perdón al caballo en nombre de la humanidad: no hay evidencia ni testimonial ni bibliográfica alguna que apunte hacia tal tesis, salvo el chisme animalista en internet, el mismo que le atribuye frases animalistas no presentes a lo largo de su obra, incluida la correspondencia. Toda la bibliografía disponible sobre el asunto ofrece 2 versiones: la primera, la más plausible, se reduce a los testimonios recabados por Jacob Burckhardt tras la noticia de la locura: el filósofo golpeó al cochero, abrazó al caballo y se desvaneció de inmediato; luego sería declarado como enfermo de parálisis progresiva. La segunda, menos plausible y más hermenéutica, cuenta que Nietzche tras golpear al cochero y abrazar al caballo empezó a llorar y a decir "Mamá soy un tonto", aunque cabe la queja de tener solo testimonios italianos de un demente que se expresaba en alemán. Aquella versión apunta a que hay muchos indicios para concluir que Nietzsche ya estaba totalmente enfermo de esquizofrenia, lo que produjo su reacción. Gutierrez Girardot también señala que la correspondencia de Nietzsche, en especial la sostenida con Cósima Wagner, da claves para pensar que el filósofo empezaba a identificar a los caballos con Jesucristo-Dyonisos, una entidad sintética producto de la vorágine de su locura. En el fondo, no defendía a un caballo, defendía a sus ideas conciliadas. Pero en ningún caso pidió perdón por la humanidad; Nietzsche, el destructor de la humanidad precisamente, el destructor de la moral y de Dios. Natalia Parra Osorio sigue mintiendo a conciencia.


Y como de caballos se trata esta breve historia de las equivocaciones, aunque también de la Parra Osorio, incluyamos un caballo de Troya: desde hace una semana hemos venido asistiendo a un bombardeo de información sobre Leonardo Anselmi en Colombia. El individuo ahora se atribuye un cargo, "Asesor para Latinoamérica en el tema de TAS" esto es, [Vehículos de] Tracción a Sangre. -Qué gran título, qué enorme cargo!- dijo Pepito, aunque no sepamos quién se lo dio, en qué consiste y qué ha hecho. Ahora, en diarios como El Espectador, El Tiempo, ADN, e incluso en programas de Canal Capital, Anselmi figura como hacedor de caballos: resulta que no fueron por más de 10 años un puñados de animalistas, sino él, Leonardo Anselmi, quien ideó todo el plan para sacar los VTA de las calles; ahora da una vuelta triunfal por los medios contando sus supuestos logros animalistas, atribuyéndose el trabajo ajeno, ninguneando a los que de verdad han estado con un caballo de la brida en medio de la lluvia y el tráfico de la décima, casi arrastrando al animal rumbo a un hogar de paso. Yo he visto esa desesperación con un animal auténticamente falto de atención, con las heridas abiertas y los costillares marcados, y allí no estuvo Anselmi. El argentino es un caballo de Troya que de la noche a la mañana goza de los créditos de algo que jamás hizo, y ya sabemos qué experta nietzscheana le hizo el cabildeo en Bogotá para que así fuera.

La historia de la lucha contra los VTA en Colombia tuvo su primer éxito con la sentencia C-481 de 2003. Estamos hablando de un trabajo animalista de 10 años, época en la que Anselmi ni siquiera era animalista, pues ya revelará la historia a qué se dedicaba. Luego de la adecuación del  artículo 98 de la Ley 769 de 2002 –Código Nacional de Tránsito-, el Ministerio de Transporte fijó plazo para el 31 de enero del 2012 como fecha límite para la total abolición de los VTA. Anselmi tampoco estuvo allí. Gustavo Petro entre tanto desconoció el censo y el presupuesto de la pasada administración en el plan de abandono de los VTA, empezando el trabajo de ceros sin motivo aparente, y retrasando la salida del primer caballo en más de un año. No fue sino hasta este 2013 que Petro sacó el primer caballo de la calle, luego de agendarse todo el proceso con alfiles de su inspiración política, y animalistas mediáticos de bulto, como la Parra, que no pintaban nada en un proceso de más de 10 años. Desde entonces, los caballos, que son miles, han venido saliendo a cuentagotas para explotar más cantidad de noticias y publirreportajes (como el de arriba), sin mediar las condiciones de miseria material en los que cocheros y animales están sumidos, condiciones que exigen inmediata y definitiva respuesta, no pavoneos publicitarios. Incluso el Ministerio de Transporte expidió la circular 30 del 2013 para llamar la atención sobre aquellos funcionarios públicos que, como Petro, pretendían desconocer la fecha límite impuesta. Ahora resulta que los dos más grandes diarios de Colombia sacan noticia de Anselmi aterrizando en el proceso; titula el diario El Espectador, el más importante del país:
"Del caballo al motocarro
Leonardo Anselmi , el ambientalista que lideró la abolición de corridas de toros en Cataluña, le acaba de presentar una propuesta al alcalde Gustavo Petro para cambiar los carros de tracción animal por motocarros".

Resulta que esa propuesta lleva haciéndose por lo menos desde el 2005, y no de boca, sino con la presentación de un modelo cuyo desarrollo piloto fue en Medellín, ciudad con 8 veces menos cocheros que Bogotá. No es difícil entender: Anselmi aterriza en un proceso desconociendo el trabajo de personas que realmente luchan por los animales sin afán de capital mediático ni económico, y además y ahora, resulta plagiando proyectos ajenos, adquiriendo ridículos cargos inexistentes, insultando a otros animalistas, e incluso enviando a su filósofa de cabecera para que le allane el terreno. Será para la historia un nuevo ítem en la baraja de "logros animalistas" de Anselmi. Su oportunismo es solo comparable con la parla de mentiras que logra decir Parra Osorio si se le abre un micrófono cerca; en cualquier caso, así el animalismo bogotano sea nuestro primer contendiente, uno debe saber reconocer que lo hecho por Anselmi contra animalistas que realmente han luchado por años con caballos y zorreros, se ajusta a la forma de la más perfecta canallada, y eso prende aún más las alarmas del taurinismo bogotano, pues al parecer el individuo argentino va a alternar entre Barcelona y Bogotá de la mano de Petro; con esta calaña nos la veremos ahora:
(Debo al profesor Juan Medina y a su excelente blog esta información:)