domingo, 24 de noviembre de 2013

El animal que da miedo





Las que figuran en la foto que inaugura la publicación son vacas landesas, que son de media casta, utilizadas siempre en festejos franceses incruentos. La razón de su presencia en esta publicación, es que explican el ridículo y la inconsecuencia de las posturas antitaurinas. Informa el diario Sudoest que los extremistas del CRAC nuevamente intentaron sabotear un festejo menor en Rion-des-Landes. Sus pretensiones de torpedear el festejo, encadenándose al ruedo como antes, se vieron frustradas por la suelta de cuatro vacas landesas por parte de la gendarmería francesa. El hecho de inmediato disuadió a los animalistas que emprendieron la huida.

¿Pero cómo pude sostenerse que el toro de lidia es un animal indefenso, cuando hasta una vaca de media casta provoca el pánico de los animalistas? ¿Y con una vaca cinqueña de casta Navarra, sería preciso correr de manera desesperada? El caso, además de estar refrendado en las cornadas a los toreros (que de por sí demuestran la capacidad de ataque y la no indefensión del toro de lidia) recuerda gratamente el reto a Jesús Mosterín, que se reproduce a continuación:


La prohibición de las corridas de toros en Cataluña, votada por el Parlament el pasado 28 de julio, ha generado entre los amantes de la fiesta de los toros un movimiento reivindicativo que parte de un doble convencimiento:1º) La inutilidad de seguir abundando exclusivamente en la defensa de la Fiesta.2º) La necesidad de desenmascarar a quienes la atacan utilizando mentiras y falacias.Dentro de éstos destaca, por su fanatismo y su ofensiva falta a la verdad, el profesor de investigación del Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Jesús Mosterín.Para salir al paso de su continuada campaña de injurias, he querido enfrentarlo a sus propias patrañas con este reto que públicamente le lanzo y cuyo texto figura a continuación:

Fdo. Santi Ortiz 


¡¡RETO A MOSTERÍN!!

Haciéndome eco del malestar producido entre los amantes de la fiesta de los toros por las continuadas mentiras y falacias que sobre ella viene vertiendo el profesor de Investigación del Instituto de Filosofía del CSIC, Jesús Mosterín, me veo en la obligación de salir al paso de tan descarada campaña de difamación para frenar lo que considero una tergiversación inadmisible de la realidad.

Como ejemplo, tomaré algunas de las frases que el profesor Mosterín se permite escribir en su artículo ‘Farsa y mitos de la Tauromaquia’, publicado en el nº 214 (julio-agosto 2010), de la revista literaria ‘LEER’, en cuyo texto –salpicado de errores históricos garrafales–, el Sr. Mosterín afirma que:

1º) “El primer mito es el de la presunta agresividad del toro. El toro español no sería un bovino de verdad, sino una especie de fiera agresiva, un “toro bravo”. Como rumiante que es, el toro es un especialista en la huida, un herbívoro pacífico que sólo desea escapar de la plaza y volver a pastar y rumiar en paz”.

2º) “Al salir al ruedo, el toro, siguiendo su tendencia natural, se quedaría quieto o se quedaría de cara a la puerta cerrada”, si no fuera, continúa, porque, para evitarlo, antes “se le clava la divisa”.

3º) “El segundo gran mito es que el torero corre un gran riesgo toreando a un animal de tamaño mucho mayor que él. De hecho el riesgo del torero es mínimo. Toda la corrida es un simulacro de combate, no un combate.”

4º) “El torero se acerca para que el toro no lo vea, no para mostrar valor, y el mayor riesgo que corre es el de ser herido por las banderillas.”

5º) “Cuando el torero se arrodilla ante el toro en una pose de teatral coraje, en realidad no corre ningún peligro, pues el toro lo interpreta como un gesto de sumisión que le impide atacarlo.”

Ante tales consideraciones, yo, Santiago Ortiz, mayor de edad y en pleno uso de mis facultades mentales, RETO públicamente a Jesús Mosterín para que, en virtud del racionalismo y espíritu científico de esa Ilustración que él tanto invoca y a la que me sumo, demuestre en la práctica las aseveraciones que se permite formular acerca de la no agresividad del toro de lidia y de la inexistencia de riesgo para el hombre que se le ponga delante de no mediar esa “panoplia de torturas a las que se somete” al animal.

Para lo cual propongo:

1º) Que el señor Mosterín, acompañado de personal de su confianza, se traslade conmigo, y ante los medios de comunicación que deseen estar presentes, a una ganadería brava de cuyo propietario se haya obtenido el correspondiente permiso (de lo cual yo me encargo).

2º) Que, una vez en ella, los vaqueros de la finca encierren un toro en un corral abierto y lindante con la placita de tientas. Toro que será custodiado por el personal del señor Mosterín para garantizar que nadie le moleste o incurra en cualquier tipo de “torturas” para irritarlo.

3º) Que transcurrido un tiempo razonable, con el beneplácito del profesor Mosterín se le abra al toro la puerta de la plaza, dirigiéndole a ella y se le encierre dentro.

4º) Que en la plaza no se someta al toro a castigo alguno. No habrá, pues, divisa, varas ni tampoco banderillas, éstas sobre todo para no poner en peligro la integridad física del señor Mosterín.

5º) Que el señor Mosterín se comprometerá a esperarlo en el ruedo; cosa que se supone llevará a cabo sin el menor riesgo, ya que, si como él mantiene “dos no pelean si uno no quiere”, menos pelearán en este caso, pues serían ambos –el pacífico bovino (según Mosterín) y el propio filósofo– los que no desearían la pelea.

5º) Si por cualquier casualidad, se observara cierta irritación en el toro, tampoco deberá ser esto motivo de alarma, pues, poniéndose el señor Mosterín de rodillas, el animal aceptaría el gesto como de sumisión y acatamiento y renunciaría a embestirle, como el profesor afirma.

Eso es todo.


Aceptando este reto, el profesor Mosterín tendría una oportunidad única para demostrar experimentalmente la veracidad de sus afirmaciones, cosa que de cumplirse no sólo me obligaría a reconocer públicamente mi error y a expresarle del mismo modo mis disculpas, sino que otorgaría a la causa antitaurina una fuerza y credibilidad extraordinarias. En caso contrario, el señor Mosterín estaría obligado a desdecirse públicamente de sus afirmaciones y reconocer que éstas no se atienen a la verdad.

Ahora bien, si el señor Mosterín rehusara recoger este guante, no sólo ratificaría mis sospechas de que es un simple embaucador, sino que quedaría por embustero (también por cobarde) ante todas las personas de buena voluntad que han venido creyendo en sus palabras.

Sr. Mosterín, el reto está lanzado. Ahora le toca a usted mover ficha.

Fdo: Santi Ortiz,
Licenciado en Ciencias Físicas, en la especialidad de Física Teórica, por la Universidad de Sevilla y Matador de Toros, alternativado en Huelva, el 3 de agosto de 1982, por José Antonio Campuzano en presencia del mexicano Jorge Gutiérrez. Además ha escrito varios libros taurinos y colabora en diversas publicaciones. 



Como si hiciera falta anotarlo, el profesor Mosterín jamás se pronunció sobre este reto público, pese a conocerlo. 

Se ha mentido que el toro de lidia es un animal indefenso, pero no se ha aceptado el reto de mostrar esa indefensión nunca. Se puede decir que la mentira es manifiesta cuando nunca han invadido un ruedo con toro, o cuando constantemente emprenden una campaña para desmentir la naturaleza bravía del toro de lidia, a pesar de toda la etología disponible. Fadjen, un falso toro de lidia, que en realidad pertenece a la raza mansa Morucha-Castellana, es clara prueba de la indefensión mental de los antitaurinos frente a una evidencia clarísima. Que sigan corriendo.

Click para verla completa