sábado, 31 de agosto de 2013
Diego Urdiales, el toreo es belleza porque es verdad
Se ha dicho con razón que Diego Urdiales y Bilbao cumplen la regla del eterno retorno, y en mi particular opinión, en los dos últimos años la han cumplido para interpretar los pasajes más hermosos de cada temporada taurina. Pues si la hermosura debe contener la verdad como elemento de validación (algo que en el Arte diferencia un Warhol o un Muniz de un Vermeer o un Freud), algo de verdad debe haber al enfrentarse al toro más bravo de la feria en Bilbao, y algo de verdad debe haber al enfrentar 3 toros de una corrida que mandó a un torero al hospital y sembró el terror en el ruedo.
Tenemos por ejemplo el año pasado: a una durísima corrida de Victorino Martín, que además mandó a Javier Castaño al hospital por aplastamiento de costillas, Diego Urdiales antepuso el concepto de la suavidad y la torería absoluta. Teniendo en cuenta la dureza de la corrida, se agradecen los pases naturales al último toro, unos pases sin tocar, al vuelo, suaves, con el verdadero temple, sin aspavientos y frente a un toro durísimo. Entonces había arrancado a pura fuerza la oreja del toro, pese a la faena equilibrada y sutil. Pero antes, había desempolvado un registro taurino del siglo XIX, es decir, había revivido una época en la que la belleza salía de la dureza del toro, y no de su debilidad, es decir, había interpretado el toreo a la verónica rodilla en tierra, partiendo de la verdadera casta del toro. Hoy, entre más débil el toro, más bella la verónica, pero esto que hizo Urdiales es lo contrario: entre más bravo, resultó esto:
Lo que se entiende es que en el toreo, la belleza debe partir de una verdad, y esta verdad es el toro; para comprender este principio basta pensar que una verónica perfecta a una vaca de tentadero, no va a valer lo mismo que una verónica sufrida frente a un toro; lo mismo entre toro y toro. Pero volviendo, el segundo episodio de belleza (como entendemos aquí este concepto) ha resultado nuevamente de la conjunción de Bilbao, Victorino y Urdiales, en este 2013. Esta vez, una faena para aficionados, que puede verse en el siguiente video si se adelanta hasta el minuto 43:50
Bilbao Antonio Ferrera, Diego Urdiales y El Cid... por blogdetauromaquia
Lo que aquí intenta entenderse es que la lidia y la faena se ven a través del toro, no de otra cosa. Luego, del contexto, y al finalizar, de las acciones del torero; en este caso, a muchos le puede parecer que la tauromaquia seca de Urdiales no contiene ninguna belleza, pero debemos recordar la verdad: la verdad es que el toro de Victorino, de nombre Playita y premiado como el más bravo de la feria, tenía mucho qué torear, pues si no se le mandaba o templaba, o si se le daban toques bruscos y repentinos, de inmediato haría por el torero. La verdad es que soplaba el viento y caía la lluvia, lo que produjo un momento de épica cuando Urdiales se cruzaba, y el viento le revolvía la muleta al ritmo del martilleante pasodoble, mientras daban ganas de gritar, y pensar que la muleta pesaba más, y se movía más. La verdad es que a pesar del pajareo o corrección de pasos, Urdiales nos regaló los pases naturales más bellos del año, bellos por verdaderos, por difíciles, por tener el peso del viento, del toro y de la lluvia, en la suavidad de sus vuelos.
Entendiendo todas las dificultades técnicas y circunstanciales, se entiende que la belleza fue verdadera. Al final, media estocada que no alcanzó a ser lagartijera, un golpe durísimo contra el piso y un certero descabello. Otra oreja de verdad. Esta foto de Cornadas para Todos ilustra el pase natural del inicio, cuyo poder es el mismo de las verónicas rodilla en tierra: rememorar para nosotros una identidad, una estética de la tauromaquia antigua, donde el componente de belleza partía de la furia del toro, no de su debilidad: