viernes, 31 de octubre de 2014

Cuenta atrás para la gran manifestación taurina en Bogotá




Cada vez falta menos para el 12 de noviembre, fecha en la que la afición taurina de Bogotá celebrará una gran manifestación en los alrededores de la Santamaría, el histórico coso de la capital colombiana.

El acto, que comenzará a las 15.30 horas, contará con invitados de excepción: ya han confirmado su presencia grandes figuras del toreo como Palomo Linares, César Rincón, El Juli, Juan José Padilla, José María Manzanares, Miguel Ángel Perera, Sebastián Castella, El Fandi, Alejandro Talavante, Luis Bolívar, Daniel Luque, Iván Fandiño o Manuel Escribano. También estarán presentes todos los estamentos taurinos de la Fiesta Brava colombiana: ganaderos, empresarios, toreros locales…

Esta gran reunión servirá para pedir el cumplimiento de la sentencia de la Corte Constitucional que exige la reapertura de la Plaza de Toros. Además, se enviará un mensaje al Congreso de la República para solicitar que la Tauromaquia sea declarada Patrimonio Cultural Inmaterial en Colombia.

Los convocantes de la manifestación han adelantado que se leerá un nuevo manifiesto taurino redactado por el escritor Antonio Caballero y firmado por diversas personalidades del mundo intelectual, incluyendo aquí a Premios Nobel, escritores, poetas, pintores, escultores, científicos, músicos, artistas e incluso expresidentes.  

Por otro lado, esta gran reunión de la afición taurina en Bogotá servirá para rendir un más que merecido homenaje a los novilleros colombianos que, desde hace ya meses, permanecen encadenados a la Plaza de Toros de la capital colombiana, entregados a una heroica huelga de hambre con la que han conseguido que el regreso de la actividad taurina a Bogotá esté cada vez más cerca. 

          

                           

miércoles, 29 de octubre de 2014

José María Manzanares







Octubre trajo la noticia triste, con la que ya no podía envolverse los mínimos dramas diarios: ha muerto José María Manzanares. En la distancia del tiempo, sin la posibilidad de verlo jamás, posibilidad ya truncada para siempre y por siempre, sin poder olvidar los distintos habitantes del Hotel Tequendama que andaban por los corredores, con cajetillas de cigarrillos para el maestro siempre a destiempo, y su forma de salir al vestíbulo con la sombra de la una de la tarde, gafas oscuras y chaqueta deportiva, el corte de torero esperando la puerta corrediza hacia la 26, que aún no ha sido reformada, pero que como siempre desembocará en La Santamaría. Allí hay varios hechos. Uno, el fundamental, la alternativa de Rincón, testigo de la ceremonia cuyo padrino sería Antoñete, día de esplendor para el toreo nacional en el que se reseña a un Manzanares apático, con sudor en los sienes pero sin perder nunca la compostura. Mientras Antoñete baja la mano y se deja enganchar, y Rincón es un sobresalto hirviente de inexperiencia o ganas, él, Manzanares, toreará a media altura buscando el gesto completo y lento, muletazos goteantes, llenos de empaque, aire: así sería su tauromaquia. Luego, otra vez, con Roberto Domínguez estarán en los salones de la élite capitalina, luciendo un bronceado que no es posible en nuestras tierras, y que evocaba una vaga idea de la felicidad, callando ellos mientras golpean con el canto de una cajetilla de cigarrillos el mantel que antes se ha planchado escrupulosamente por su visita, mientras todas las damas bajan la mirada y todo está en silencio. El resto no es materia de nuestra incumbencia, pero al día siguiente armarán en la plaza un alboroto mayúsculo, y el presidente de la República los saludaría desde el balcón oficial. ¿Recordaría estos días en la soledad de su hacienda, cuando dejara pasar un día y otro y luego los demás hasta la muerte? El avión de Avianca que siempre temblaba en las nubes, o aquella vez que la Santamaría se llenó de niebla y las barreras se adivinaban solo por el rojo de los sacos de las peñas taurinas, a donde también fue a parar el toro. Manzanares, es cierto que nadie lo veía, caminaba con garbo torero hacia ese toro en la niebla. Así en la muerte, maestro.








viernes, 17 de octubre de 2014

Manifestación taurina de Noviembre


1.
La suma de la burla a la Ley y la violencia antitaurina nos arroja de nuevo a las calles a protestar. Suena sencillo, pero no lo es. Carente de una tradición contestataria, el taurino no está habituado a esta clase de acciones sociales. Le fue indiferente por siglos la protesta, pues su último precedente se remonta a casi medio milenio atrás, cuando los clérigos de Salamanca se echaran a protestar nada más y nada menos que contra el Papa Pío V y su bula antitaurina Salute Gregis. Fray Luis de León, un inveterado aficionado a los toros, ya había dado un primer paso levantando su voz de protesta contra el innombrable pontífice. ¡Un fraile, contra su máxima autoridad espiritual! Y no solo ello: también los clérigos burlaban la bula que les prohibía torear o asistir a corridas, con ardides tan valientes como disfrazarse de mujeres, o de simples labriegos laicos. Con la inquisición rondando por allí, nadie dudaría de llamarles toreros por su valentía y honor, y por su afición. Pero ese espíritu ha estado dormido por siglos, máxime hoy,  justamente en el momento en que no es prudente seguir ajenos y con tesis tan nimias como "la fiesta se defiende sola", "la fiesta se defiende asistiendo a las plazas" o "protestar no sirve para nada". En nuestro caso, las dos primeras se revelan inexactas, pues asistir a una plaza es solo eso: asistir a una plaza, y seguido, este acto, como la fiesta misma, ya no goza de la suficiente fuerza social como para defender al toreo por mera inercia. Ni el toreo se defiende solo, ni basta con abarrotar los cosos. Hoy hace falta algo más que llenar las plazas, pues hay bárbaros en las puertas, atacando sin obtener respuesta, por lo que avanzan. Y lo tercero, porque las vías de hecho y de protesta social sí funcionan, como demostró la huelga de hambre de los novilleros, cuya trascendencia social y mediática puso el tema taurino nuevamente sobre el tapete, lo que propició la sentencia.

Es difícil argumentar sobre el vacío a propósito de la necesidad de marchar, protestar, hacer plantones, defender en redes sociales y hacer activismo. Incluso quisiera ser lo suficientemente elocuente como para poder explicarlo, pero mejor es el ejemplo. En Bogotá seguiremos dando los primeros pasos, esperando la reproducción del ejemplo allí donde quiera que la Fiesta esté en peligro. Aquí hemos invocado la unidad de todos los sectores para ser una sola voz contra la antitauromaquia y la persecución. El próximo 12 de noviembre, a la hora en que sonaba el clarín con puntualidad taurina, estaremos reunidos en el portón mayor de la Santamaría reivindicando nuestra libertad cultural y exigiendo el cese de la estúpida persecución en nuestra contra. Seremos uno para pedir al Congreso que avale la Ley que declara a la tauromaquia como Patrimonio Cultural Inmaterial del pueblo de Colombia, como en efecto lo es a la luz de la más estricta antropología y legalidad. Con las figuras, con los toristas, con los ganaderos y los banderilleros, y con la afición en general y los toreros y los novilleros, las 34 peñas y clubes taurinos de Bogotá, los picadores y los monosabios de la plaza, y con todo aquel que desee sumarse al inicio: resistiremos.

                       

2.
Con qué asco se mira los acontecimientos. Hay que ser un poco duro de boca para describirlo todo.

Para empezar, lo que hace el alcalde Petro para incumplir la ley es un agravio imperdonable. La Corte Constitucional lo conminó a deponer sus ánimos prohibicionistas, y permitir correr toros en la plaza. Invocó para ello varios principios: la conservación del patrimonio cultural, la ilegalidad de la censura, el derecho al trabajo, al libre desarrollo de la personalidad, y el bloque de constitucionalidad que a través de seis sentencias y la exequibilidad de una Ley de la república, avalan la actividad taurina en Colombia. Este laberinto de lenguaje jurídico desde luego tiene sin cuidado al alcalde y a los antitaurinos, a los que le da lo mismo violar la ley como desconocerla. Mientras algunos patinan en la definición de la cultura sin siquiera haber abierto en sus caras vidas un libro de antropología o de ciencia social, otros se distraen prodigando piedras, cuchilladas, o aspersiones de gas pimienta a los novilleros en huelga: ambos casos son una misma expresión de la barbarie, la real. La antitauromaquia bogotana se está convirtiendo cada tanto en una general definición de la ilegalidad y la indecencia. Allí tenemos al disléxico que colecciona ballestas,  y que explicó su animalismo abandonando decenas de perros en un lote cercano a Choachi; a la crespa que se plancha el pelo y calla sobre las riñas de gallos por el tintineo del contrato que le dio el alcalde -acaso protegiendo el negocio familiar-, y finalmente a la inefable que cultiva con fe el derecho pero le da igual injuriar a los magistrados de la Corte, en un soliviantado irrespeto propio de quien odia a la ley y las instituciones. Esto por hablar de los "importantes", aunque se vuelvan bastante insignificantes cuando pelean por las sobras del negocio, y lo mismo les vale echar tierra con infamias al toreo que echar tierra a sus colegas, un día atacando al referendo, otro endiosando la consulta, y otro negando todo, según convenga. Pero hay que pasar por los aún más insignificantes: los pícaros, los violentos ramplones, los de la vitola de la adolescencia per se antitaurina, y también lela y pelmaza; hay que seguir de largo por los brutos de boca y pesados de mano, los ignorantes, los despreciables que reproducen el nazismo; de largo sobre los que creen saberlo todo sobre la tauromaquia por haber visto un vídeo antitaurino (!), los que no saben nada de la cultura ni el arte, pero tienen el poder de definir y negar; y luego la tropilla de los que solo usan el antitoreo para hacer mutis sobre su propia consciencia, y que saben tan poco hasta de antitauromaquia que le es difícil odiar. Bastante crudo esto, quizá para que el novel filósofo animalista levante la ceja, él, también encerrado en su onanismo sin entender que las tesis animalistas nunca, léase de nuevo, nunca serán abrazadas por la sociedad, y que este momento que atraviesan por Petro está incluso regado por cientos de goteos semanales de la sangre de aquellos gallos de pelea, por los que ciertamente nunca hacen o dicen nada. Nada. Porque nada son sus berreos si antes no anteponen una serie de cosas: respeto y sometimiento a la ley, honestidad para no faltar a la ética en su lucha, y el reconocimiento de los derechos humanos, donde se incluye el de la cultura, y con esto la imposibilidad de segregar, perseguir, hostigar, insultar, injuriar, incordiar o asesinar al humano con una cultura diferente. En lugar de esto lo que hay es un humillante (para ellos mismos) panfleto donde se amenaza de muerte a los novilleros en huelga.

Sí. Es bastante insignificante todo, pero también mueve a asco. Porque en algún momento la historia se tendrá que mostrarlos a todos como lo que son: ciudadanos jugando al antropólogo, al psicólogo, al político, mientras en realidad sus expresiones largas comprenden un rango que va desde la calumnia vil y la ignorancia fundamental hasta la cuchillada que le dieron la última vez al aficionado, cuando atacaron en gavilla el campamento donde los novilleros adelantan su huelga. ¡Y se creen una expresión del progreso moral, consciencia del tiempo y de la sociedad! Tamaño atrevimiento...

Hasta aquí el texto es un libelo furioso.




miércoles, 15 de octubre de 2014

Los niños no tienen prohibido ir a los toros en Portugal



PROTOIRO CONSIDERA QUE LAS RECOMENDACIONES DEL COMITÉ DE DERECHOS DE LOS NIÑOS DE LA ONU SOBRE LA TAUROMAQUIA ESTÁN PLAGADAS DE PREJUICIOS Y CARECEN DE FUNDAMENTO

El informe que el Comité de los Derechos de los niños de la Organización de Naciones Unidas (ONU) referido a la Tauromaquia, está plagado de prejuicios y carece de todo fundamento. PROTOIRO, la Federación de Tauromaquia Portuguesa, denuncia que dicho informe se basa exclusivamente en informaciones de una conocida fundación antitaurina con sede en Suiza.  

En estos momentos en los que la crisis económica sigue teniendo un gran impacto, especialmente en la vida de muchos niños que viven en una situación de precariedad debido al grave deterioro económico de sus familias, nos parece que este informe va en la dirección opuesta. Queremos denunciar que este comité ha utilizado una parte de su tiempo no para ayudar a niños en peligro de exclusión social sino para establecer algunas recomendaciones completamente extemporáneas y fuera de la realidad que se vive ahora mismo en muchos lugares del Mundo.

PROTOIRO quiere denunciar también que las recomendaciones realizadas por parte de dicho comité de la ONU que supuestamente debe velar por los derechos de los niños, han sido promovidas por un lobby antitaurino profesional desde la Fundación Franz Weber, radicada en Suiza y que es la que financia y organiza logísticamente por todo el Mundo el movimiento abolicionista. Sin contrastar con otras fuentes, el Comité de Derechos de los Niños de la ONU ya atendió en marzo de 2013 las peticiones que le realizó esta fundación. Muy a la ligera y sin contraponer informes científicos independientes lanzaron conceptos como "el bienestar físico y mental de los niños" sin que haya la más mínima evidencia científica creíble de que la tauromaquia puede tener un impacto negativo en los niños.

De hecho, los estudios independientes demuestran lo contrario, como pasó con el que encargó el Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, cuyas conclusiones claramente subrayaban que "no había base suficiente para sustentar científicamente una medida como era la prohibición del acceso a menores de 14 años a una plaza de toros". En este mismo sentido, PROTOIRO señala cómo millones de portugueses han crecido viendo festejos taurinos sin se que se haya producido en ellos un impacto negativo en la personalidad o comportamiento. Se trata pues de una mentira e intento vergonzoso de promover un prejuicio social contra la tauromaquia por parte de este lobby antitaurino.

Basta recordar que en Portugal las corridas de toros están clasificadas para mayores de 12 años, aunque esto es tan sólo una mera recomendación ya que los niños mayores de tres años pueden asistir a un espectáculo taurino acompañados por un adulto. En este sentido, la Entidad Reguladora de la Comunicación Social de Portugal afirmó en 2008 que "los espectáculos taurinos no son susceptibles de influir negativamente en la formación de la personalidad de los niños y adolescentes". Del mismo modo queremos recordar también que la Constitución de la República de Portugal tienen la obligación de promover el acceso a la cultura portuguesa a los niños como un derecho inalienable.

El propósito de la acción del colectivo anti es claro: ya que les imposible lograr la prohibición de las corridas de toros, buscan retirar el derecho de asistir a los niños a este tipo de espectáculos con el fin de eliminar el arraigo popular con el que cuenta la tauromaquia en muchos puntos del Mundo. Este comité aún no ha comprendido que la tauromaquia es buena para los niños por el profundo respeto y reivindicación de los valores y derechos humanos, al ser un espacio que transmite valores muy arraigados de nuestra cultura. Por otra parte, PROTOIRO observa que las recomendaciones realizadas por el comité de la ONU no tienen carácter vinculante.

Queremos hacer un llamamiento para que todos los países taurinos preparen una defensa activa y efectiva ante el Comité de Derechos de los Niños de la ONU desmontando el fraude que ha organizado la Fundación Franz Weber a través de sus distintas sucursales abiertas en diferentes países.

Por último, queremos declarar que en estos momentos en los que Portugal pasa por serias dificultades económicas, surge una fundación Suiza que en connivencia con la ONU pretende retirarnos la libertad de elegir de qué modo tenemos que educar a nuestros hijos. Esto sin duda es inadmisible y desde PROTOIRO vamos a luchar porque la verdad prevalezca y que los niños no vean coartados sus derechos, su libertad de conocer sus raíces y su cultura.

PROTOIRO
Federación Portuguesa de Tauromaquia