sábado, 28 de septiembre de 2013

Antitaurinos madrileños atacan con gas pimienta a dos niñas y a su madre

Cuenta la edición de hoy del diario El Mundo  cómo un hecho de continuo acoso por parte de los animalistas madrileños contra una tienda que vende souvenirs taurinos, terminó en una tentativa ilegal de escrache, amenazas, pedradas, y finalmente con un ataque de gas pimienta contra dos niñas: Lucía, de 13 años y quien sufre de asma, y más indignantemente, Alejandra, de 4 años, menores de edad en obvio estado de indefensión que junto con su madre, Susana, propietaria de la tienda taurina, fueron abordadas en inmediaciones de la calle Esparteros para ser atacadas. Como consecuencia, ambas niñas sufrieron un cuadro de ansiedad tratado en el Samur, y la pequeña Lucía, en virtud a sus problemas asmáticos, una deficiencia respiratoria.

Además de los continuos insultos y pintadas en la fachada del establecimiento, los antitaurinos dieron un paso más en su lógica escalada de violencia, citando un escrache (protesta de acoso contra alguien en todos los lugares donde se encuentre la víctima):

La tienda, que vende artículos taurinos, según su dueña empezó a ser hostigada por redes sociales bajo el "crimen" de vender objetos relacionados con una manifestación cultural que algunos intolerantes, a la altura de los nazis, no están dispuestos a aceptar: "Hablan en los comentarios de parafernalia criminal que adorna la tienda, pero ¿el qué, las zapatillas de esparto?». Aparte de la muy lograda recreación de un tramo del encierro de la calle Estafeta de Pamplona, incluso con adoquines reales para simular el asfalto, en el establecimiento se pueden comprar los tradicionales pañuelos de fiestas, cabezas de toro, bolsos hechos a mano de Asturias, forjas de Toledo, cuadros de artistas madrileños..."
               
Las autoridades señalan a los antitaurinos de Madrid como los responsables de estos hechos, cosa evidente. Y como no podía esperarse otra cosa de estas bestias morales, los comentarios del foro de El Mundo están llenos de cualquier cosa (justificaciones, frases de cajón, insultos, loas), menos de una condena contra el ataque. Incluso se llega al límite intolerable de justificarlo aduciendo la estúpida existencia del Karma, o previniendo sobre la catadura moral de alguien que "vive del maltrato animal", pese a que la tienda jamás ha tocado un solo animal:

Mientras un par de niñas en total estado de indefensión son atacadas, el hecho sigue de largo bajo la presumible mayor falta de vender pañoletas de San Fermín. Más allá de la adecuación moral entre animales y humanos, es patente que las mansas palomas del animalismo esperaron para hostigar a una mujer y sus dos hijas precisamente por encontrarlas indefensas, más que cualquier otro taurino. ¿Acaso este hecho no es un reprobable intento por emprender una escalada de violencia? ¿Puede encontrarse alguna moralidad de evolución en perseguir una mujer, o intentar agredir a un par de niñas? Quienes acusan de cobardía al torero por tener un banderillero en el burladero presto a cualquier emergencia, solo pueden con niñas, hecho de una monstruosidad moral, no solo por la violencia, sino además por la cobardía del acto.

Curiosamente el día de ayer veía una rebuscada imagen donde unos supuestos espontáneos lloraban con cierto patetismo al ver un video donde se muestra cómo viven y mueren algunos animales de la mano del hombre. El histrionismo de la imagen nos recuerda que el antitaurino es un hipócrita sentimental que se rasga las vestiduras moralmente hasta un punto ridículo, por el Toro de la Vega, por ejemplo, pero al mismo tiempo secretamente aplaude que a una niña asmática le echen gas pimienta, ya que su madre vende souvenirs taurinos. La reproducción artística o simbólica de un acto no es el acto, es su transgresión y trascendencia, y no puede condenarse ni perseguirse a la tienda bajo la excusa de glorificar la tauromaquia, si al mismo tiempo no se cree que la mitad del museo de El Prado deba ser quemado, lo mismo que la literatura de Lorca o los cuadros de Picasso, por glorificar el toreo. Mientras veo estos actores animalistas y a los que echan gas al estilo de un nazi que no goza de tolerancia cultural, es preciso recordar aquella frase de Camus popularizada en una película de Godard: "Quien mata a un hombre para defender una idea no defiende una idea: mata un hombre". De pintar o quemar plazas de toros, intentar liberar novillos para que ataquen a la población y de hostigar a las personas continuamente en redes sociales, han pasado a atacar niñas y mujeres, ¿Qué seguirá en un movimiento que es considerado por el FBI como terrorista?


Vea aquí todos los reparos morales que tenemos contra el movimiento antitaurino, siempre vendido como una evolución moral pero cuyo verdadero rostro es menos que monstruoso.
ADENDA: para completar la escalada de la infamia, el inefable Leonardo Anselmi insinúa que fue un "auto ataque", ¿alguien puede creer que uno le va a echar gas pimienta a sus propios hijos solo por fastidiar a los pacíficos antis, de cuyas hazañas pacíficas hemos puesto un enlace arriba? Solo una mente decididamente podrida moralmente puede siquiera pensar esa posibilidad.