miércoles, 7 de agosto de 2013

O toi que j'eusse aimée, José Emilio Pacheco y Baudelaire




Un verso de Baudelaire le sirve al poeta mexicano José Emilio Pacheco para titular uno de los poemas de amor más pasmados de nuestra lengua, con lo que el tono y el tema son uno. Lo particular del poema del mexicano es la música, entre la alteración y la resignación, pasmada, se ha dicho, como los cortos amores actuales. El verso original de Baudelaire corresponde a un tema similar: el amor que se ve en una transeúnte y se pierde para siempre. Es de su poema À Une Passante, y el inmortal verso completo dice:  ô toi que j'eusse aimée ô toi qui le savais (¡Tú a quien hubiese amado. Oh tú, que lo supiste!). Adjunto las 3 composiciones:


O toi que j'eusse aimée-José Emilio Pacheco
Y ahora una digresión Consideremos
esa variante del amor que nunca
puede llamarse amor
Son aislados instantes sin futuro
En la ciudad donde estaré tres días
nos encontramos
Hablamos cien palabras
Pero un brillo en los ojos un silencio
o el roce de las manos que se despiden
prende la luz de la imaginación
Sin motivo ni causa uno supone
que llegó pronto o tarde
y se duele
["no habernos conocido..."]
E involuntariamente
ocupas tu fiel nicho
en un célibe harén de sombras y humo
Intocable
incorruptible al yugo del amor
viva en lo que llamó De Rougemont
la posesión por pérdida.
À Une Passante- Charles Baudelaire
La rue assourdissante autour de moi hurlait.
Longue, mince, en grand deuil, douleur majestueuse,
Une femme passa, d’une main fastueuse
Soulevant, balançant le feston et l’ourlet;
Agile et noble, avec sa jambe de statue.
Moi, je buvais, crispé comme un extravagant,
Dans son oeil, ciel livide où germe l’ouragan,
La douceur qui fascine et le plaisir qui tue.
Un éclair… puis la nuit! — Fugitive beauté
Dont le regard m’a fait soudainement renaître,
Ne te verrai-je plus que dans l’éternité?
Ailleurs, bien loin d’ici! trop tard! jamais peut-être!
Car j’ignore où tu fuis, tu ne sais où je vais,
Ô toi que j’eusse aimée, ô toi qui le savais!
A una transeúnte-Charles Baudelaire
La calle atronadora aullaba en torno mío.
Alta, esbelta, enlutada, con un dolor de reina
Una dama pasó, que con gesto fastuoso
Recogía, oscilantes, las vueltas de sus velos,

Agilísima y noble, con dos piernas marmóreas.
De súbito bebí, con crispación de loco.
Y en su mirada lívida, centro de mil tomados,
El placer que aniquila, la miel paralizante.

Un relámpago. Noche. Fugitiva belleza
Cuya mirada me hizo, de un golpe, renacer.
¿Salvo en la eternidad, no he de verte jamás?
¡En todo caso lejos, ya tarde, tal vez nunca!
Que no sé a dónde huiste, ni sospechas mi ruta,
¡Tú a quien hubiese amado. Oh tú, que lo supiste!


Curiosamente, José Emilio Pacheco es contrario a la tauromaquia; siendo antitaurino, está impregnado de una ambivalencia con respecto a la fiesta que quizá nos dé idea de la mentalidad antitaurina en épocas más tolerantes. Así se expresó en el diario La República:

“Siento esta ambigüedad porque me siento como si me despojaran de la cultura taurina que ha impregnado México. Yo, que soy antitaurino, tengo un vocabulario taurino, y por ejemplo, no digo nunca estoy cansado sino: quedé para el arrastre. Y es que desde pequeñito me llevaban a los toros”, explica. El escritor cree que esta iniciativa que prohíbe los toros en Cataluña pronto tendrá eco en México. Dice que guarda un álbum cuando fue a la plaza en 1956, cuando aún era niño, Y lo piensa donar al Museo de Carlos Monsiváis.“No sé, a lo mejor le horrorizaría este álbum porque él era mucho más radical que yo, pero me gustaría que estuviera allí”.

Siendo antitaurino, sin embargo tiene espacio en mi blog porque logra ser una de las voces más interesantes de nuestra América, cuya poesía va perdiendo sus rasgos para parecerse a la mala poesía española joven. Contraria cosa pasa con los antitaurinos, que pretenden que todos los autores taurinos sean suprimidos de las bibliotecas, autores sobre los cuales serían incapaces de reivindicar cualquier cosa buena. He conocido antitaurinos que se niegan a leer el Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, la mayor elegía en nuestra lengua, pretextando que es una apología al maltrato animal.  Da igual. Lo valioso siempre es posesión por pérdida.